Si en tus ojos lucen bellas luces oscuras ¿para qué luces esas otras pinturas?
Leemos. El contraste de los caracteres negros y la blancura de la página, da comienzo a una danza de fotones entre las letras y el cerebro. Se iluminan claroscuros, formas y conceptos que buscan luces parecidas, dormidas en algún lugar del pensamiento . Oxido de titanio para que lo blanco sea blanco. Pigmentos negros para que se absorba toda la luz. Todo es, sin embargo, luz: el blanco, el negro, los ojos que los miran con sus mágicos pigmentos, los pensamientos y el cerebro. Porqué en el inmenso espectro de la radiación electromagnética, la banda de la visión se presenta sólo en esa ventana estrecha de la luz entre el rojo y el azul, que apenas si alcanza a formar la octava que se extiende aproximadamente entre los cuatrocientos y los ochocientos nanómetros?
Es precisamente esa, la banda en que la luz puede interactuar con los electrones, que dan a la materia su capacidad de relacionarse.
Por debajo de la luz visible, a nivel de los infrarrojos, el efecto de la radiación electromagnética se expresa en un aumento del movimiento de átomos y moléculas, que se evidencia en forma de calor; por encima, a nivel de la radiación ultravioleta de más alta frecuencia, el efecto sobre los átomos y moléculas es el de la ionización, con sus daños atómicos irreversibles.
En el intervalo entre estas dos radiaciones, la térmica y la ionizante, se presenta el colorido diálogo de la materia con la luz visible, que ocurre por la activación de los mismos electrones de valencia que intervienen en las reacciones químicas; así, átomos con electrones inestables sensibles a la de luz de cierta frecuencia y energía, emiten en presencia de esa luz, una luz de cierta longitud de onda. Cada reacción química es literalmente un intercambio de luz. Cuando después de viajar en el espacio por millones de años, la luz de una estrella llega a la retina, una cadena de reacciones revela en el cerebro, viva, la imagen de la estrella que, a lo mejor, ya ha muerto.
Por la luz que las moléculas absorben y reflejan, se ha llenado de colores toda la naturaleza. De no ser por la contaminación con átomos inestables, muchas piedras preciosas serían incoloras; esos átomos dan una emisión característica al ser activados o excitados y retornar a su estado fundamental. Así, en los elementos metálicos de transición ( como el hierro, el cromo y el cobre) y las tierras raras, aparecen estados electrónicos excepcionales, con capas internas que albergan electrones desapareados, cuyos estados excitados se sitúan con frecuencia en el espectro visible y pueden producir una amplia gama de colores intensos.
Con destellos verdes y rojos, procedentes de unos cuantos átomos de cromo, el rubí y la esmeralda deslumbran nuestros ojos; el hierro es el agente de la luz violeta en la amatista; en las lámparas eléctricas se revelan, amarillo, azul y rojo, los colores que reflejan los gases excitados del sodio, el mercurio y el neón. Los átomos de cobre permiten el colorido de la azurita, la turquesa y la malaquita. Pintada de pigmentos minerales y vegetales, toda vida es una antena para almacenar y revelar la luz. Proteínas sensibles a los infrarrojos activan la germinación de las semillas. Carotenos que captan el azul guían el tallo hacia la luz; pigmentos flavonoides revelan en las flores sus múltiples colores; células espejo crean los iridiscentes reflejos en las alas de las mariposas. Cada célula es un plasma electrónico activado sensible a la luz; órganos tejidos y sistemas biológicos son caleidoscopios, olas en un océano de luz. Dos mil millones de melanocitos en cada ser humano sintetizan melanina, para filtrar la banda de la fotones que puede iluminar el templo del cuerpo adentro. Pero hay un pigmento sutil, esencial a todas las pinturas, una materia prima pura sensible a las luces visibles y a las más oscuras. Piel de toda piel. Luz de todos los colores, lux detrás del lumen de tonos y matices, y arquetipo de todas las matrices. Es el Alma Una
Jorge Carvajal
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