Hay que pensar en hacer al prójimo lo que te gustaría que el prójimo pensaría en hacerte a ti.
Observamos nuestra benevolencia, observamos la benevolencia de nuestros pensamientos. Cuando los pensamientos no están en unión con nuestro Yo Soy, es cuando entramos en conflicto.
Toda la sanación viene de esta unión, de la unión con nuestra parte divina, con nuestro Yo Soy, con nuestro Ser de Luz. Hemos venido a la tierra a pensar con benevolencia, no hay límites para nuestro Yo Soy. Nosotros ponemos los límites.
Dejo que mi Yo Soy, mi parte divina actúe en mi.
La búsqueda de la benevolencia transformará nuestro entorno. Si controlo mi benevolencia estoy en conexión con mi parte divina, con mi Yo Soy. De esta forma vamos teniendo más conciencia. Comenzamos a percibir lo imperceptible de las cosas. Tenemos que hacer un hábito diario de contactar con nuestro Yo Soy.
Durante el dia, limpiando con Ho´oponopono: lo siento, te amo a todo lo que sale y por la noche entregándonos al adormecimiento, que es la gran meditación. Dejo que mi Yo Soy, mi ser de luz, actúe en mi.
Sabemos que podemos pedir a nuestro Yo Soy, que vaya a cualquier momento de nuestra vida para sanar cualquier desarmonía y también pedirle ayuda para sanar a algún familiar, hijos, etc.
Con certeza interior de estar en unión con nuestra parte divina, le pedimos ayuda para que contacte con la parte divina, con el yo soy, por ejemplo de un hijo, para que le ayude a sanar.
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