PRESENCIA – El acto de encuentro con nuestro verdadero potencial
Publicado por: Jose Vaso
Si alguna vez caímos en la trampa del intelecto, creyendo que en nuestro nivel consciente llegamos a solucionar algo, vivimos alimentando una ilusión de los sentidos tan inconsistente como ausente, en su estado de permanente desconexión.
Teniendo en cuenta que nuestro umbral inconsciente representa, hasta el 98% de cuanto se decide en nuestras vidas y que desde este umbral se aportan cuantas soluciones, en su osada construcción enajenada se atribuye el intelecto, poco o nada nos queda para ese mismo intelecto que tanto se jacta de vanagloria en sus proezas; perpetua cárcel de blandientes barrotes que pugnan por interrumpir, el verdadero proceso que subyace tras cada resolución, de cada uno de nuestros problemas, deseos o atranques existenciales.
Sin embargo, algunos milenios de desconexión nos muestran ahora, como síntoma flagrante y en todo su esplendor, el resultado de esa latente locura y su penosa manifestación. Véase el mundo que nos rodea, echemos un vistazo somero alrededor y dejémonos impregnar, por un momento, del producto inequívoco que se basta a sí mismo para contrastar tan “esplendorosos” resultados. El mundo y la sociedad que hemos “logrado”, clama ahora a los cielos su propia redención, no sin antes la conciencia expíe hasta la última lágrima y vomite hasta la última gota de su ignorada ignominia.
Hemos conseguido crear un impresionante escenario de abismos de negrura y opresión de inusitada factura. Es hoy, la vergüenza de mirar la desolación de este mundo desgarrado, el motor que nos habrá de hacer accionar, por primera vez, desde nuestra responsabilidad recuperada, dejando al margen por fin las viejas trampas que permitieron lo imposible; que consiguieron hacernos creer que “el otro”, la naturaleza o el universo que nos rodea, eran fieras devastadoras al ataque; temibles peligros para nuestra “delicada sensibilidad”, fruto, sin embargo, tan sólo de un sistema de creencias alienado y basado en el gen trampeado del miedo a sufrir, miedo a morir, miedo a fracasar, miedo a vivir…
Miedo a todo.
Ese pequeño 2% de ego envenenado, que ha reaccionado desde la base de un demente programa y que pretendió el encuentro con la vida a través de su propia negación, supone ahora el acicate máximo como punto de referencia y partida, hacia el reconocimiento de un nuevo universo que se descubre tras un milenario muro de ceguera y opresión, y nos abre de nuevo sus puertas mostrándonos la antesala de su realidad última: Abismo insondable donde recrear, de forma independiente y responsable una vida consciente y plena, por fin liberada de la vieja artimaña y a punto de ser destapada en toda su magnitud.
Milenios de control mental y control emocional, donde recursos impensables consiguieron crear la disociación de nuestras verdaderas capacidades, sólo accionables desde una alineación pre-clara, que se produce al desvincularnos del programa base.
Estar en presencia, supone todo un reto para nuestros pervertidos sentidos, acostumbrados a funcionar entre ese puente centenario de pasados y futuros, sin darnos cuenta de que, aquello que somos, medra y pervive, enorme e ilimitado, en ese único presente constante que siempre fuimos, somos y seremos, todo el tiempo a la vez, todo el espacio en un mismo momento eterno, concentrado, en donde toda realidad es posible y de donde todo parte y a donde todo revierte, por los siglos de los siglos.
Ese centro ya desvinculado de un adulterado patrón, donde nos encontramos con esa realidad increada, latente en pulsos de octavas exponenciales y armónicos por descubrir.
Atención… prestar atención a cada pensamiento, cada acto y cada gesto. Vivir sin juicios, pues cada juicio supone su indiscutible manifestación, y cuidar al máximo la emoción que subyace tras la crítica, la duda de nuestro potencial o el menosprecio de nuestro igual, espejo último de cuanto nos queda por sanar.
Vivir en presente, estar en estado de absoluta presencia y recuperar nuestra comprensión certera, libera la puerta del infinito amoroso, tierno, cariñoso, delicado y dedicado que en esencia siempre hemos sido y somos, pues ahí y sólo ahí reside nuestro verdadero poder. En nuestra esencia, se encuentran todos los potenciales de nuestra vida real, y nuestra esencia es ahora.
Vivir en presencia, vivir en esencia, vivir en la experiencia de la vida: VIVIR.
Y ya no quedará más que hacer, pues todo estará resuelto. Por fin, habremos logrado el sueño frustrado de cuantos nos precedieron, delegando su encargo sagrado en cada uno de nosotros.
Así, anularemos toda vibración ajena, toda propuesta que degustamos durante siglos, como el plato de inmundicia que nos mostraron como la única posibilidad, como menú oficial de cada día.
PRESENCIA.
Nuestro universo está aquí y ahora, en cada pequeño detalle que surge del centro sanado, independiente y recuperado de cada uno de nosotros;
Desde tu centro, desde nuestro centro, desde mi propio centro:
PRESENCIA…
PRESENCIA…
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