Un solo vocablo tiene la capacidad de alterar la memoria de momentos que has visto con tus propios ojos. Cuida lo que dices y filtra lo que te cuentan.
Es muy probable que las “mentiras” de la historia se puedan contar no por cientos, sino por miles. Me refiero a la tradición oral. Quien trasmitió con palabras esa parte de nuestro pasado hizo sin querer un flaco favor a la veracidad. Si algo ocurrió hace milenios en un río junto a un bosque y se transmite durante miles de años de forma oral, al final el río no existía y el entorno era un desierto. Al requerirse la verbalización sobre la memoria, la inexactitud es manifiesta.
En nuestro tiempo también ocurre y con una rapidez sobre sus efectos digna de la era digital. Un recuerdo manipulado a la velocidad de la red de redes. En el ámbito informativo tiene un gran poder. Lo comprenderás en pocas líneas. No obstante, su aplicación podría ser más “ilícita” en ámbitos como el jurídico. Concrétamente en la defensa o acusación sobre hechos pasados que han de ser rememorados ante un tribunal. Sí, se pueden cambiar matices que podrían ser determinantes. Los casos (informativo, jurídico, etc.) se suceden dependiendo de la astucia del ejecutor. La memoria es traicionera y he ahí el espacio para el rédito.
recuerdo niebla
Vamos a exhibir lo que una sola palabra al preguntar puede manipular el recuerdo de otra persona. Sólo una. Lo haga el cuestionador deliberadamente o no. Ese vocablo convierte el recuerdo de lo observado con tus ojos en una situación sustancialmente diferente. El siguiente en transmitirlo ya incluye el “error” y suma sus propios matices al hecho en cuestión. Imagínate ese efecto en la historia.
La argumentación se basa en pruebas psicológicas realizadas en 1974. Un grupo de experimentadores de la mente humana realizaron una prueba visual a varias personas. Les mostraron un vídeo de un accidente entre dos vehículos. Esas personas (hasta 45) fueron divididas en cinco grupos a la hora de visualizar la proyección. Al terminar la “película” fueron cuestionados sobre la velocidad a la que tuvo lugar el siniestro. La singularidad del experimento se circunscribió a una sola palabra diferente a la hora de preguntar a cada grupo. Sus respuestas fueron diferentes por la influencia de esa palabra.
La pregunta sobre a qué velocidad estimaban que se había producido el suceso cambiaba sólo en la enunciación de sinónimos de la palabra impacto. Concretamente se utilizaron los vocablos: golpe, colisión, contacto, estampe y choque. ¿Cuáles fueron las respuestas?
impacto agua
En función de la agresividad de esos sinónimos, los grupos calcularon una velocidad diferente. Las personas a las que se les dijo “estampe” o “choque” calcularon una velocidad 16 kilómetros superior a quienes eran requeridos en recordar el impacto a través de las palabras colisión o contacto.
La prueba no concluía ahí. Siete días después del experimento fueron cuestionados de nuevo sobre el impacto, impacto que estaba en su memoria, una memoria que puede ser traicionera como hemos dicho. En este caso se pedía que hablaran sobre los cristales rotos (en el vídeo no se mostraba ningún vidrio quebrado) y que describieran cómo eran y donde se ubicaban. Los grupos a los que se les dijeron las palabras “estampe” o “choque” describían esos cristales, indicando que el accidente había sido más grave. Imaginaron los cristales por la agresividad de una sola palabra. Nunca vieron un vidrio roto en el vídeo. Con el resto de palabras (golpe, colisión y contacto) no recordaban ninguna rotura de cristales.
vidrio roto
El experimento manipuló con una palabra la velocidad del suceso y con el mismo vocablo influyó en la visualización de algo inexistente. Así puede pasarnos en la vida y en la historia. De ocurrirnos, no sería fácilmente perceptible. Sólo un experimento cuantificador como éste puede medir el error. Un “fallo” trascendental que se genera en sólo una semana. Cuestiónate a través de los siglos.
El experimento desvela también otros “males” de la memoria, personal y/o colectiva. La historia escrita puede ser manipulada deliberadamente o no, pero el “soporte” en el que realiza da margen para una sola manipulación. Siempre se podría acudir al documento original para observar la primera intencionalidad no justificable. En la tradición oral el cambio es constante. A través de la historia, cuando se preguntó a alguien que había visto algo digno de ser recordado, quien rememora pudo cambiar casi infinitas veces el contenido sólo por la forma en la que se le preguntaba.
Al rememorar tu vida, elige bien las palabras y no te dejes influenciar por la forma en la que te preguntan, podrías manipular lo que recuerdas.
Felices días a tod@s
rememorar tu vida**El poder de las palabras… y las palabras poderosas. Encuentras más para navegar con viento a favor por aquí: Tu co-razón, De víctima a héroe, Perdonar, olvidar y aceptar, ¿El tren pasa sólo una vez en la vida? Y tú, ¿cómo vibras?
El recuerdo miente es la historia verídica que da forma a tu verdadera historia, en la voz de Miguel Ángel Blanco Martínez,
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