sábado, 28 de diciembre de 2013

EL AMOR A UNO MISMO

HO´OPONOPONO. EL AMOR A UNO MISMO

La falta de amor a nosotros mismos nos impide amar a los demás. Muchas veces amamos, pero de una forma muy posesiva. Creamos relaciones en las que sufrimos tremendos celos, muchas veces a nuetros hijos, no les permitimos que sean ellos mismos por nuestro control y rigidez, etc. Estas son viejas creencias almacenadas en el subconsciente, que vuelven a emerger a nuestras mentes. No vemos a las personas tal y como son, sino las vemos a través de nuestros recuerdos y creencias.
Ho´oponopono, utiliza cuatro herramientas poderosas, que pueden ser utilizadas de varias maneras.
Las cuatro herramientas son las palabras: Lo siento, perdón, te amo, gracias.
Cuando alguien nos dice algo que consideramos injusto, cuando nos dicen algo que nos molesta, en vez de contestar y tratar de convencerle de nuestro punto de vista y de que tenemos razón, podemos repetir las cuatro frases; lo siento, perdón, te amo y gracias unas cuantas veces, desde el chakra del corazón.
La repetición de estas palabras, de tanta energía, provoca resultados sorprendentes. Unas veces en la persona que se encuentra frente a nosotros y otras en nosotros mismos. No tenemos que olvidar que las cosas cambian según nuestra percepción de las cosas, de las situaciones y de las personas. Nuestra mente es nuestro propio proyector. Si no te gusta la película, detienes el proyector y pones otra nueva, así de simple.
Las dificultades que se nos presentan en la vida, ya se nos presentaron anteriormente, pero quedaron sin resolver adecuadamente, por esa razón, la situación regresa, para que podamos reaccionar de forma diferente. Las personas aparecen en nuestras vidas para movilizarnos y mostrarnos la parte de nosotros que necesitamos cambiar.
“No sé porqué estoy viviendo esto, pero si tengo un problema común con esta persona, me gustaría repararlo”.
Con esta idea, tenemos la posibilidad de elegir, no de reaccionar. Podemos poner la otra mejilla. La mejilla del amor.

Esta frágil vasija la vacías una y otra vez y la vuelves a llenar constantemente de vida nueva. Esta pequeña flauta de caña la has llevado por valles y montañas y has soplado en ella melodías eternamente nuevas. Recojo tus dones infinitos con mis manos, tan pequeñas. Pasan los siglos y tú sigues vertiendo, y todavía hay sitio para más.
Rabindranath Tagore

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