domingo, 2 de junio de 2013

DE LA ANGUSTIA EXISTENCIA A LA MISTICA DEL CORAZON

"DE LA ANGUSTIA EXISTENCIAL A LA MÍSTICA DEL CORAZÓN"

XI - EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA ESPIRITUAL DEL HOMBRE




...En la clase pasada tocamos el tema de la Vocación. Quisimos acercarnos a ese punto maravilloso de convergencia entre lo divino y lo humano, a esa hora del despertar de la conciencia espiritual del hombre.
Pero tuve la impresión de que “algo” se nos escapaba... No me refiero al aspecto formal de la comunicación sino a su aspecto intrínseco; no a las palabras e ideas que fueron expuestas acerca de la Vocación sino al hecho de que no pudimos unirnos en la vocación para experimentarla juntos como vivencia espiritual. Es decir, no pudimos sentir juntos la Vocación, no pudimos sintonizarnos con la corriente viva que “Inspira” la Vocación; a lo sumo hablamos “acerca” de la Vocación.
El tema, de por sí, era elevado... rozábamos un vértice existencial, una “cumbre” en el desenvolvimiento espiritual del ser humano, el punto crítico de contacto entre lo humano y lo divino y, tal vez, al tocar esos puntos -más que en otros momentos- se hace más patente que estas cosas no pueden ser conocidas a través de los medios habituales del conocimiento sino por sintonía espiritual. Y este método de sintonía, de búsqueda por similitud de una realidad espiritual que queremos aprehender, requiere una actitud muy particular de nuestra alma.
Ya no es suficiente la actitud pasiva de quien viene a escuchar una clase para aprender algo determinado, o la actitud crítica de quien busca una esgrima verbal a través de la verdad o el error de lo que se dice...; ni es suficiente tampoco la actitud estética de los consumidores de cultura, de aquellos que asisten a un concierto, a una exposición de pintura o a una conferencia, y lo único que dicen es “si les gustó o no”, “si estuvo bien o estuvo mal”...
Algo de esto pasó en la clase pasada..., por lo menos yo pude percibirlo mientras hablaba. Y alguien de ustedes se dio cuenta también cuando hizo la observación de que el grupo estaba más “reactivo” que en otras oportunidades, que exigía más “pruebas de autenticidad” al orador..., y surgieron preguntas fundadas en la duda acerca de la verdad y el error...
Pero no crean que estas actitudes obstructivas de la comunicación las sentí solamente en ustedes, sino que las sentí también en mí mismo mientras hablaba... Mientras quería explicar la Vocación podía observar dentro de mi mismo que había perdido contacto con la corriente inspirativa que anima la Vocación y que lo que estaba transmitiendo eran sólo conceptos. Y la Vocación no puede ser comprendida a través de los conceptos.
¿Qué nos enseña todo esto?
Que para aprehender ciertas realidades espirituales en nuestra alma no es suficiente una actitud intelectual, una actitud estética, o una actitud reactiva, sino que es necesaria una actitud participante. Es necesario participar con nuestra propia alma en aquello que queremos aprehender. De alguna manera es necesario comprometernos en forma íntima con aquello que queremos conocer aún antes de haberlo conocido; es decir, amarlo antes de conocerlo...
Y con esa actitud de participación nos acercaremos hoy nuevamente a la Vocación.Hagamos un resumen de lo que dijimos en la clase pasada:
1. Hemos valorizado la PRESENCIA de lo divino en el hombre a través de una Corriente Inspirativa de Conciencia Cósmica que haciendo impacto en su propia alma le señala su destino cósmico.
2. Hemos dicho que el FUTURO nace en el hombre de nuestro tiempo bajo el signo de una “apertura cósmica”, pero no de una apertura ideal sino de una apertura experimental. El hombre experimenta
hoy un espacio cósmico, experimente una energía cósmica, pero anhela íntimamente experimentar un contacto con la Conciencia Cósmica. Y cuando la humanidad se “abra” a la Conciencia cósmica, entonces podremos decir con seguridad que hemos entrado en la era cósmica.
3. Esta necesidad de “apertura de conciencia” a una dimensión cósmica se revela en el hombre de hoy como un nuevo sentido de lo espiritual, es decir, como una necesidad de desarrollar dentro de sí mismo el órgano que haga posible la percepción directa de lo espiritual. Puede parecer extraño que hablemos de un nuevo sentido de lo espiritual porque, generalmente partimos del “supuesto” -como
hoy un espacio cósmico, experimente una energía cósmica, pero anhela íntimamente experimentar un contacto con la Conciencia Cósmica. Y cuando la humanidad se “abra” a la Conciencia cósmica, entonces podremos decir con seguridad que hemos entrado en la era cósmica.
3. Esta necesidad de “apertura de conciencia” a una dimensión cósmica se revela en el hombre de hoy como un nuevo sentido de lo espiritual, es decir, como una necesidad de desarrollar dentro de sí mismo el órgano que haga posible la percepción directa de lo espiritual. Puede parecer extraño que hablemos de un nuevo sentido de lo espiritual porque, generalmente partimos del “supuesto” -como diría la señorita- que todos poseemos dicho sentido... Pero nosotros cuestionamos dicho supuesto y pensamos también, como la señorita, que muchas de las llamadas experiencias espirituales no van más allá de impresiones estéticas o psicológicas -o parapsicológicas-. Lo espiritual permanece habitualmente “encubierto” bajo la fachada de un “intelectualismo espiritual”, de un “refinamiento estético de la sensibilidad” o de un “cambio psicológico de la conciencia” (tal como puede darse en la hipnosis, en las experiencias psicodélicas o en la percepción extrasensorial). Pero todo esto es insuficiente para revelar la conciencia del Ser espiritual. Es necesario ir más allá de lo psicológico y de lo estético, más allá del pensamiento sistemático y de las experiencias psicofísicas. Es necesario definir nuevas actitudes y desarrollar nuevos valores frente a la vida, o sea realizar ciertos cambios cualitativos en la intimidad del ser humano, para que se activen las funciones que son indispensables para “abrir” este nuevo sentido de lo espiritual.
4. Comenzamos entonces a rescatar la Vocación como una de estas funciones de apertura a la conciencia cósmica en el hombre. Y cuando hablábamos de Vocación no nos referíamos a una experiencia extraordinaria, a una Voz de lo divino revelándose a seres extraordinarios. La tradición espiritual de la humanidad nos muestra en Samuel, en Teresita de Lisieux y en muchos otros ejemplos, testimonios de esta revelación de la Voz de Dios señalando el camino del hombre. Pese a la grandeza de estos ejemplos no queremos tomarlos como prototipos para introducir el estudio de la Vocación, porque, precisamente, su misma grandeza los hace aparecer como inaccesibles a la experiencia habitual del hombre. Más bien queremos rescatar una función que es inherente a la vida y al desarrollo espiritual de todo ser humano.
¿QUÉ ES LA VOCACIÓN, ENTONCES?
Independientemente de la magnitud que alcance, independientemente de su grandeza o de su pequeñez, independientemente de que se realice o se frustre, la Vocación es una función de apertura de conciencia..., es un instante en que las nubes se abren y dejan ver el cielo..., es un instante de visión..., es un instante de “apertura espiritual” dentro del sistema material del hombre. En ese instante de apertura el hombre puede “ver” de un solo golpe de vista la totalidad de sus posibilidades individuales.
Pese a su trascendencia dicho instante puede pasar inadvertido en el hombre alienado en la masa o alienado en un rol o en una función concreta dentro del mundo material. Puede manifestarse como una “Luz” que se prende un instante en el tablero de su conciencia a individual y se apaga enseguida al ser cubierta por el velo de las ilusiones corrientes. O bien se manifiesta como una “Voz” que lo llama a realizar lo que debe ser, pero que es rápidamente silenciada por el murmullo de la mente colectiva. En otras palabras, la “función vocacional” puede “encubrirse”, no llegar a activarse. Y esta inactivación de ciertas funciones que son indispensables para el desarrollo de la vida total del hombre es lo primero que debemos estudiar si queremos comprender algo de lo que estamos tratando.
Decimos esto porque el desarrollo de la vida colectiva, la necesidad de aunar esfuerzos para realizar grandes obras humanas -el esfuerzo tremendo que se está exigiendo a grandes masas humanas para “construir la tierra”-, se ha hecho a expensas de la mutilación de muchas funciones indispensables para el desarrollo de la vida individual. La vida moderna ha puesto los ideales de las grandes “corporaciones” -del “Estado Corporativo”, como decía Charles Reich-, por encima del individuo. Con el lema “primero la Empresa” se han construido los grandes estados modernos, se han levantado grandes construcciones y se han desarrollado los grandes equipos científicos y tecnológicos como símbolos del poder colectivo organizado... Pero todo esto se ha hecho, por lo menos en parte, a costa de la mutilación funcional del individuo.
La juventud de nuestro tiempo ha tomado conciencia de esta mutilación de la vida, y su rebeldía, más allá de la superficie de un disconformismo social o político, es la respuesta de la vida individual a no querer ser sofocada en la masa.
Por eso la juventud representa, hoy más que nunca, la avanzada del Futuro, porque de ahora en adelante la fuerza inspirativa de la humanidad cambia de polo... Ya no serán estandarte los grandes ideales colectivos del pasado. Ya no vendrá la inspiración por las voces de los líderes que encabecen la masificación del hombre, sino que la Inspiración se hará sentir cada vez con mayor intensidad en lo íntimo de la conciencia. Cada vez adquirirá más importancia la Voz inspirativa de la Vocación. O sea, la guía de inspiración no vendrá desde afuera sino desde adentro.
1. La reacción contra el poder colectivo organizado y la fuerza de la Vocación
Cada día se tiene más conciencia de cómo el individuo queda atrapado en las grandes organizaciones colectivas. Se toma conciencia de la estructura material de la sociedad en que vivimos. Se toma conciencia del poder colectivo organizado y del sometimiento de grandes masa humanas a dicho poder. En resumen, se toma conciencia de los poderes anónimos que esclavizan al individuo, y esa toma de conciencia genera en la humanidad de hoy reacciones muy violentas.
Pero la reacción contra el sistema y la violencia ejercida contra los enemigos externos y los símbolos del poder colectivo, puede impedir una toma de conciencia más profunda acerca de las verdaderas causas de la alienación del hombre.
Bien es cierto que la alienación de la conciencia se ha producido por la cristalización de dicha conciencia en un poder material, pero tenemos que aprender a descubrir dicha materialización de la conciencia no sólo en las grandes corporaciones sino en nosotros mismos: tenemos que aprender a rescatar la conciencia del poder material que la ha aprisionado... Y este rescate de la conciencia, por lo menos a nivel individual, no se plantea hoy como un problema de reacción sino de Vocación.
2. Dos momentos críticos de toma de conciencia; dos momentos posibles de apertura a la conciencia cósmica
Cuando en la clase pasada hablamos de la Vocación como un momento de apertura a la Conciencia Cósmica, nos referíamos al instante en que dicho contacto se da por primera vez, a su momento original, al momento en que por primera vez brilla el sol en el monte de las aspiraciones espirituales del hombre: es el momento romántico de la vocación, su momento lírico.
Pero ¿qué pasa cuando transcurrido cierto tiempo y nublados aquellos primeros reflejos por la pesada carga de la experiencia personal, nos encontramos con una conciencia que se ha cristalizado en un poder material? En tales condiciones, la conciencia sólo puede ser rescatada en un momento trágico de la existencia: es el momento trágico de la vocación, es el instante del fracaso del hombre.
Hoy en día es tal el grado de encierre en que nos encontramos, de tal intensidad la fuerza del egoísmo que nos ha llevado a acumular un poder material más allá de lo necesario, y hemos levantado murallas tan altas y tan espesas para defender a toda costa nuestros bienes materiales, que nos encontramos en la misma situación que el átomo de la materia física, que encierra en su interior un inmenso poder pero que sólo es rescatable cuando se produce la “fisión” en el sistema...
Debemos comprender que para muchas personas la única posibilidad de volver a tomar un contacto con la conciencia cósmica es por la vía del fracaso, por la vía de la crisis de su obra personal, por la vía de una fisura existencial... Porque sólo a través de dicha fisura puede penetrar de nuevo la Luz dentro de un sistema cerrado a la vida la vida del universo.
Si hemos valorado oportunamente el momento lírico de la vocación, no es menor la importancia que damos al momento trágico, porque en ambos momentos hay una posibilidad de apertura al camino de la vida del ser. En esos instantes se puede ver claro, en esos instantes -en alguna medida- el hombre recupera la visión y puede descubrir las señales que orientan su destino...



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Extracto del curso "DE LA ANGUSTIA EXISTENCIAL A LA MÍSTICA DEL CORAZÓN", dictado por Ramón Pascual Muñoz Soler en la Asociación de Cultura Espiritual Argentina del 1 de Junio al 31 de agosto de 1971

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