El timo. La glándula protectora.
Posted on 26/06/2012
En la zona central del pecho, detrás del esternón, pegadita al corazón, hay una glándula de apenas unos gramos y escasamente conocida que se llama “timo”. Está justamente en ese sitio en el que apoyamos el dedo cuando le decimos a alguien: ¿Quién… Yo?.
Su nombre viene de la palabra griega “thymos”, que significa energía vital, y si le preguntamos a un médico nos dirá que el timo es un órgano del sistema linfático cuya misión principal es enseñar a los linfocitos a reconocer a las células del organismo, distinguiéndolas de las invasoras que deben ser eliminadas.
Terminado “el master” estas células entrenadas en el timo pasan a ser linfocitos T, que entran al torrente sanguíneo y viajan hasta los ganglios linfáticos, el bazo, las amígdalas y las placas de Peyer; es decir, hasta los órganos que se encargan de protegernos de los ataques del exterior. No sólo eso: el timo produce tres sustancias, con características de hormonas, que controlan y regulan en trabajo de los linfocitos T.
El timo se desarrolla normalmente hasta la adolescencia, y a partir de ahí empieza a encogerse, a atrofiarse, aunque en realidad sigue funcionando toda la vida.
Pero hay más, mucho más. El timo es muy sensible a los estados de ánimo y su vitalidad se ve afectada por el estrés, por la ira, por el amor, por el odio. Se activa con la alegría y se aletarga con la tristeza.
Es todo un mensaje de nuestro organismo que nos pide que mantengamos actitudes relajantes, positivas, gratificantes, comprensivas, de aceptación, empáticas.
El timo está ahí para protegernos de las invasiones de microbios y toxinas poniendo en marcha un ejército de células de defensa, pero también es sensible a luces, colores, olores, sabores, gestos, presiones, vibraciones, sonidos, palabras y actitudes.
Cuando tenemos pensamientos negativos hacemos reaccionar al timo pero, como realmente no se está produciendo ninguna invasión bacteriana, lo único que conseguimos es hacerle trabajar en balde y debilitarlo; sin embargo, los pensamientos positivos lo fortalecen porque se activa pero no pone en marcha sus funciones defensivas.
Fuente: Imagina
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