CUANDO LAS PALABRAS HIEREN
por Vivi Cervera
Muchas veces nos preguntamos ¿Porqué tenemos relaciones que nos duelen, lastiman, intoxican, frustran o casi “matan”? Y mi opinión personal es que, es a través de ellas como puede desarrollarse el juego de la vida. Cada palabra, cada ofensa, cada acto deshonesto del que hayas sido víctima, en el fondo no es más que la oportunidad que se te da para que sanes o limpies algo desconocido en ti, algo que ya sabes o que no tienes idea de que está ahí. Entonces, aprovecha cada palabra dolorosa y pronuncia: te amo, lo siento, perdóname, gracias. Hazlo sin preguntas y sin pensar en por qués, ni para qués o a quien o en donde o en como o en hubieras, si comienzas a hacerte preguntas te sumergirás más aún y te será más difícil salir de los recovecos de tu mente.
La vida en este planeta se hace a base de relaciones; constantemente estamos interactuando con situaciones, personas, animales, objetos o seres que ni siquiera sabemos que están ahí. Aun en el mayor de nuestros silencios estamos conectando con algo, comunicando algo, expresando algo. Y de las situaciones que más encuentro complejas de experimentar es cuando alguien te hiere, te ofende, te lastima, y no tienes idea de cómo salir de ahí, de cómo dejarlo atrás, de cómo liberarlo. Puedes encontrarte con que no deseas soltar o puedes encontrarte con que soltarlo es tu mayor anhelo pero algo te lo impide. No sabes qué es. No sabes cómo dejar ir. ¿De qué se trata?
Se trata de una memoria, un recuerdo, algo que puede ser superficial o profundo, algo de repente apareció en tu pantalla mental para que tú lo limpiaras aunque fuera otra persona quien lo dijo. Y aquí es donde te preguntas: ¿O sea que aparte de que recibí una ofensa, encima tengo que considerar que salió de mí y sanarla?
La respuesta dolorosa es sí. Y en ocasiones el proceso duele, sí. Pero puede hacerse comprendiendo en principio que eres un ser humano y que es tomando eso en cuenta que siempre te he dicho: sé tolerante, sé paciente, sé indulgente contigo mism@. Acepta tus procesos. Acepta tus tiempos. Hay situaciones que no vas a asimilar en un día, o en las que ni siquiera vas a poder reaccionar elegantemente cuando sucedan. Lo más probable es que te enojes, que señales, que culpes, que llores o que incluso intentes devolver la ofensa. Todo eso es normal, es tu escuela. Será poco fácil que en ese momento digas para ti mism@: lo siento, perdóname, gracias, te amo. Sin embargo lo lograrás con el tiempo, las causas del hecho pueden estar perdidas en ese mismo tiempo.
Tiempo. Permite que te cure el tiempo. El perdón no es sólo cosa tuya, también viene de los cielos. No forces las cosas. Deja que llegue cuando tenga que llegar, respeta su momento y lo hará suave y delicadamente como el perfume de las rosas. Entonces tus dolores se irán, tus heridas cerrarán. Por lo pronto no dejes de amarte y de aprobarte en cada uno de tus días. Obtendrás los regalos de lo sucedido cuando comprendas que fue una experiencia necesaria, sanadora y en cierta forma, positiva.
Te amo. Gracias por leerme.
Autor: Vivi Cervera
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