El Ser Humano Maduro
Yolanda Silva Solano
La madurez en el ser humano es sinónimo de compresión de la propia vida y sus circunstancias y también la de los demás, porque “conocer a nuestros hermanos, entender sus problemas y aprender a amarlos, es una de las experiencias sublimes de la vida”. Y por lo mismo “el ser humano maduro empieza pronto, a mirar a todos los demás mortales, con sentimientos de ternura y con emociones de tolerancia”, porque sabe que en cada ser humano se esconde un hermano, porque todos sin excepción somos hijos del mismo Padre.
En la medida que el ser maduro se hace consciente de sí mismo, de sus limitaciones y también de sus posibilidades, se vuelve mucho más comprensivo con sus semejantes, sabe por experiencia propia que cada ser debe encontrar por sí mismo sus propias semi verdades, las cuales van creciendo y siendo más certezas en la medida que es capaz de evolucionar, porque LA VERDADERA RELIGIÓN ES “VÁLIDA SÓLO CUANDO REVELA LA PATERNIDAD DE DIOS E INTENSIFICA LA HERMANDAD ENTRE LOS HOMBRES”. CONDICIONES INDISPENSABLES PARA QUE LA RELIGIÓN SEA ALGO VIVO Y NO UN CONJUNTO DE CREENCIAS ESTÉRILES.
La madurez espiritual nos permite ser tolerantes con todos los que no piensan como nosotros, tolerancia que está llena de comprensión y de ternura porque dejamos de cometer “el error de juzgar la religión de otro, con nuestras propias acciones de conocimiento y verdad”. Y porque las enseñanzas de Jesús cobran vida en nosotros, cuando nos aconseja: “NO DEBÉIS ATACAR LAS VIEJAS COSTUMBRES, MÁS BIEN DEBÉIS MEZCLAR HÁBILMENTE LA LEVADURA DE LA NUEVA VERDAD, EN LA MASA DE LAS CREENCIAS AJENAS. DEJAD QUE EL ESPÍRITU DE LA VERDAD REALICE SU OBRA. NO LUCHÉIS CON LOS HOMBRES, NI SIQUIERA CON LOS INCRÉDULOS” pues “EL HOMBRE SABIO, CUANDO TRATA DE ENTRAR POR UNA PUERTA CERRADA, NO DESTRUYE LA PUERTA SINO QUE BUSCA LA LLAVE PARA ABRIRLA”. Demasiado frecuentemente nos embrollamos en una lucha sólo para convencernos de que no tenemos miedo.” Miedo a que nos hagan dudar de lo que creemos creer, ignorando que la creencia, cuando llega al nivel de fe viva, nadie nos la puede arrebatar porque se ha hecho parte de nuestro ADN espiritual.
Madurez es ser capaz de ir más allá de las apariencias, más allá de lo mediático porque “en la madurez del yo en desarrollo, el pasado y el futuro se unen para iluminar el verdadero significado del presente. A medida que el yo madura, busca la experiencia cada vez más atrás en el pasado, mientras que sus pronósticos de sabiduría intentan penetrar cada vez más profundamente en el futuro desconocido. A medida que el ser que concibe extiende su alcance cada vez más lejos tanto en el pasado como en el futuro, del mismo modo su juicio se vuelve cada vez menos dependiente del presente inmediato. De esta manera la acción de tomar decisiones comienza a escaparse de las cadenas del presente transitorio, empezando a la vez a tomar aspectos de significación del pasado y futuro.”
“Madurar significa vivir más intensamente en el presente, escapándose al mismo tiempo de las limitaciones del presente. Los planes de madurez, fundados en la experiencia pasada, se están concretando en el presente para de tal manera enaltecer los valores del futuro. Los mortales, cuyas unidades de tiempo son cortas, practican la paciencia; la verdadera madurez trasciende la paciencia en un refrenamiento nacido de la verdadera comprensión.”
El ser maduro, no reniega del pasado porque sabe que en él se crearon las Causas de los Efectos que hoy vive y por lo mismo busca en él las experiencias que le permitan seguir el camino del éxito del pasado o por el contrario aprender de los errores cometidos para no repetirlos. El futuro le sirve para echar a volar su imaginación y su voluntad pero consciente que para conseguir lo que verdaderamente desea debe sembrar hoy y continuar regando y cuidando su siembra, porque nada se nos da en forma gratuita.
“La unidad de tiempo de la madurez está dimensionada para de tal modo revelar la relación coordinada del pasado, presente y futuro porque el yo comienza a obtener discernimiento en la totalidad de los acontecimientos, comienza a visualizar el paisaje del tiempo desde una perspectiva panorámica de horizontes ampliados, comienza tal vez a sospechar el continuo eterno, sin comienzo ni fin, los fragmentos del cual se llaman tiempo, pues en los niveles de lo infinito y de lo absoluto, el momento presente contiene todo el pasado, así como también todo el futuro. YO SOY significa también YO FUI y YO SERÉ. Y esto representa nuestro mejor concepto de la eternidad y de lo eterno.”
Pero la eternidad la tenemos que ganar día a día con nuestro esfuerzo, porque la madurez no es un regalo, es una consecuencia del trabajo realizado, pero “¿de dónde vendrá el poder para realizar todo esto? Se puede ver las cosas físicas como algo evidente, pero el Maestro bien ha dicho: «No sólo de pan vive el hombre». Una vez que poseamos un cuerpo normal y una salud razonablemente buena, debemos buscar esas atracciones que actúen como estímulos para despertar las dormidas fuerzas espirituales del hombre. Jesús nos ha enseñado que Dios vive en el hombre, pero ¿cómo podemos inducir al hombre a liberar esos poderes de divinidad e infinidad de dentro del alma? ¿Cómo inducir a los hombres a liberar a Dios para que él pueda salir adelante y refrescar nuestra alma al pasar hacia afuera y luego esclarecer, elevar y bendecir innumerables otras almas? “
Liberar a Dios, es mucho más que una frase, es una realidad, porque Dios con toda su magnificencia es un prisionero de la voluntad del ser humano, de su libre albedrío, porque “el hombre puede acercarse a El o puede repentinamente abandonar la voluntad divina, mientras conserve la facultad de elegir.” parece increíble pero “ni siquiera el amor infinito de Dios, puede imponer la salvación de la vida eterna a una criatura que no elija sobrevivir” De esta forma, el espíritu de la divinidad se vuelve humildemente obediente a la elección de las criaturas del Reino.”
La decisión de evolucionar, de convertirnos en personas maduras es por tanto totalmente personal, podemos recibir los mejores consejos, podemos leer los libros más santos y sabios, pero si en forma sincera y volitiva no lo hacemos como un trabajo personal ineludible, de poco o nada servirá lo que los otros nos digan, cabría entonces que nos preguntáramos “¿Cómo puedo yo de la mejor manera despertar estos poderes latentes del bien que yacen durmientes en mi alma? De una cosa estoy seguro: la excitación emocional no es el estímulo espiritual ideal. La excitación no aumenta la energía; más bien agota los poderes tanto de la mente como del cuerpo. ¿De dónde viene pues la energía para hacer estas grandes cosas? Contemplad a vuestro Maestro. El secreto de todo este problema se encuentra encubierto en la comunión espiritual, en la adoración. Desde un punto de vista humano es una cuestión de meditación y reposo combinados. La meditación pone en contacto la mente con el espíritu. El reposo determina la capacidad para la receptividad espiritual. Este intercambio de: fuerza en vez de debilidad, valor en vez de temor, voluntad de Dios en vez de mente humana, constituye la adoración. Sin olvidar por cierto que “la adoración es la técnica de buscar en el Único, la inspiración para servir a muchos. PORQUE NO HAY ESPIRITUALIDAD POSIBLE SI NO SOMOS CAPACES DE AMAR Y SERVIR A NUESTROS HERMANOS.
“Otro requisito para la obtención de la madurez es el ajuste cooperativo de los grupos sociales a un medio ambiente en constante cambio. El individuo inmaduro despierta el antagonismo de sus semejantes; el hombre maduro gana la cooperación sincera de sus asociados, multiplicando así muchas veces los frutos de los esfuerzos de su vida, porque la madurez social es equivalente al grado en que el hombre esté dispuesto a renunciar a la nueva gratificación de deseos pasajeros e inmediatos, para abrigar aquellos anhelos superiores cuya obtención proporciona las satisfacciones más abundantes del avance progresivo hacia objetivos permanentes.
“Este nuevo evangelio del reino rinde un gran servicio al arte de vivir en cuanto provee un incentivo nuevo y más rico para un vivir más elevado. Presenta un nuevo y exaltado objetivo de destino, un supremo propósito de la vida. Estos nuevos conceptos de propósito eterno y divino de la existencia son por sí mismos estímulos trascendentales, que sacan a relucir la reacción de lo mejor que existe en la naturaleza superior del hombre. En cada cima del pensamiento intelectual se encuentra reposo para la mente, fuerza para el alma y comunión para el espíritu. Desde tales puntos ventajosos de vida elevada, el hombre es capaz de trascender las irritaciones materiales de los niveles más bajos del pensamiento: la preocupación, los celos, la envidia, la venganza, y el orgullo de la personalidad inmadura.
Como podemos ver, las enseñanzas de Jesús, la espiritualidad es algo totalmente tangible, debe dar frutos que sean demostrables en nuestra vida cotidiana, porque “la virtud es rectitud, es conformidad con el cosmos. Nombrar las virtudes no quiere decir definirlas, pero vivirlas es conocerlas. La virtud no es solo conocimiento, ni aún sabiduría, sino más bien la realidad de la experiencia progresiva, en el logro de los niveles ascendentes de alcance cósmico. En la vida diaria del hombre mortal, la virtud se realiza como la elección uniforme del bien sobre el mal, y dicha capacidad de elección es prueba de la posesión de una naturaleza moral, la cual no se puede promover ni por la ley, ni por la fuerza. Es un asunto personal de libre albedrío, que debe diseminarse mediante el contagio por contacto de las personas moralmente atrayentes, hacia aquellas que responden menos moralmente, pero que también tienen en cierta medida el deseo de hacer la voluntad del Padre.”
Pongamos todo nuestro esfuerzo en despertar nuestra consciencia, para que sea capaz de asimilar las enseñanzas de Jesús cuando ”le habló al grupo sobre la importancia de poseer un carácter bien equilibrado. El reconocía que la mayoría de los hombres tienen que dedicarse al dominio de una vocación, pero deploraba el exceso de especialización, tendencia que limita la mente y circunscribe las actividades vitales. Mencionó el hecho de que toda virtud, si se la lleva a extremos, puede volverse vicio. JESÚS SIEMPRE PREDICÓ LA MODERACIÓN Y ENSEÑÓ LA CONSTANCIA Y UNA ADAPTACIÓN PROPORCIONAL A LOS PROBLEMAS DE LA VIDA. Observó que el exceso de compasión y piedad puede degenerar en una grave inestabilidad emocional; que el entusiasmo puede llevar al fanatismo. Mencionó el hecho de un ex asociado de ellos, cuya imaginación lo había llevado a empresas visionarias e imprácticas. Al mismo tiempo, les advirtió contra los peligros de la monotonía inherente en una mediocridad demasiado conservadora. Luego habló Jesús de los peligros del coraje y de la fe, y de cómo estos dos factores a veces llevan a un alma no reflexiva a la presunción y la imprudencia. También mostró cómo la prudencia y la discreción, llevadas a los extremos, conducen a la cobardía y al fracaso. Exhortó a sus oyentes a que procuraran la originalidad, pero evitando caer en la excentricidad. La comprensión no debe caer en sentimentalismo, ni la piedad en beatería.”
Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia.
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