Los deseos no dañan tanto a la mente como la pueden dañar las opiniones porque los sentidos no suelen interferir negativamente en el despertar y la elevación espiritual, al menos no tanto como el intelecto. En realidad, los sentimientos van y vienen como oleadas de energía y atraviesan todas las manifestaciones de la realidad.
Cuando os sintáis desamparados, en una situación aparentemente sin salida, debéis saber cómo retroceder y tomar otro camino, otra dirección, sin añadir un pensamiento más al análisis de esa situación ya que la propia naturaleza se encarga, por ese medio, de haceros saber que os estabais equivocando. Por el contrario, cuando todo fluya suavemente y sin esfuerzo, intentad permanecer ecuánimes y sin ostentaciones, porque ya sabéis cómo funciona la percepción de las personas en esta esfera, si el 90 por 100 de lo que decís es acertado, posiblemente no seáis elogiados como excepcionales; pero si os equivocáis un ápice, seguramente todo el mundo os reprochará este error, es decir, si os funcionan bien nueve de cada diez planes, no se hablará de que tenéis éxito; pero tened por seguro que si os falla uno solo de esos planes, lo más probable es que os colmen de injurias y seáis acribillados por la crítica.
Por esa razón, muchas personas encendidas prefieren el silencio a la irreflexión, el anonimato al protagonismo y la ineptitud a la listeza así que, ya sabéis, a quienes se aproximen a vosotros tratando de convenceros de algo con prebendas y agasajos, respondedles con compasión, a los que lo hagan con su rango, tratadlos con justicia, porque las personas encendidas no son prisioneras de los que ostentan el mando y ojalá no os encontréis frecuentemente en medio de decisiones a tomar, porque ése será un camino erróneo, significará que no tenéis claridad de mente, que vuestros pensamientos no proceden de vuestro centro, de vuestra intuición, sino de vuestro cerebro y os abruman porque fluyen en demasiadas direcciones; vuestro pensamiento ha de ser limpio, nítido, rectilíneo, sin dejar lugar a dudas, sin necesidad de conduciros a una decisión que pudiera superar al destino; porque cuando vuestra mente está unificada con la gran mente, moviliza toda la energía de los universos y todo queda en orden.
Angel Luis Fernández.
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