miércoles, 21 de agosto de 2013

PREPARANDONOS PARA EL ESTADO POST MORTEN

Preparándonos para el estado Post-Morten



PARTE I


Cuanto más atrás en el tiempo y en la historia más podemos darnos cuenta de que el hombre ha creído que era el cuerpo físico, aún hoy todavía hay quien lo piensa, y de los que creen que somos algo más, pocos se ponen a meditar sobre ello. Al igual que ocurre con las tecnologías modernas que las usamos sin saber nada de cómo están construidas y cómo es posible que nos faciliten tanta información y comunicación, nos ocurre respecto a nuestro mecanismo interno, que es el que hace que nosotros (como yoes) podamos expresarnos de diferentes formas y ser receptores de lo que ocurre fuera y dentro de nuestros cuerpos. Somos un cuerpo físico que tiene vida, que tiene emociones y deseos, que piensa, y que tiene voluntad y libre albedrío. Pero todo eso, como ocurre con el mecanismo de un reloj, está compenetrado y relacionado entre sí:

1.- Para que el yo pueda ser consciente en la Tierra.

2.- Para que deje de serlo mientras duerme pero sí lo sea en los otros mundos.

3.- Para asimilar el fruto de las experiencias después de la muerte.

4.- Para demostrar que hay algo independiente de todo eso y que es el verdadero Yo o Alma.

Tenemos el mejor mecanismo (cuerpos) para cumplir las necesidades evolutivas que actualmente hay en la Tierra para el hombre, pero también es lo más perfecto para extraer el mayor beneficio después de la muerte y para volver a renacer. Para la mayoría de las personas, nosotros morimos cuando el cuerpo físico es abandonado por la vida. Pero para los verdaderos clarividentes no es así porque ellos saben que hay “algo” que hace que eso ocurra para que haya un tiempo de reposo o descanso físico antes de volver a renacer con tal de aprender de las experiencias como hacen los niños en cada día de clase cuando van al colegio.

Como todos los ocultistas sabemos, la materia del mundo físico tiene su uso particular en el hombre como vehículo para la expresión del Espíritu y para que pueda desarrollar sus posibilidades latentes en poderes dinámicos gracias a las experiencias y a los sentidos. La materia física se reagrupa para formar los cuerpos de los diferentes reinos pero es la vida que los anima la que hace una primera distinción entre el reino mineral y el vegetal haciendo que éste nazca, crezca, se desarrolle y muera; y esa “vida” que el hombre también tiene en forma de cuerpo se llama cuerpo “etérico” o vital. Sin embargo, observando a los animales podemos comprobar que tienen algo que los vegetales no tienen y ese algo son los deseos y emociones. Dichos deseos y emociones también se consideran en nosotros como otro cuerpo que nos iguala a los animales con la diferencia de que nosotros hemos evolucionado más que ellos y hemos adquirido la mente. Este cuerpo de deseos o emocional actúa como transmisor y receptor de los impulsos internos e impactos externos que sirven como aliciente para que el hombre actúe y para que tenga sentimientos respecto al placer o dolor, a la atracción y la repulsión, etc. Este cuerpo es imprescindible para que el hombre desee, sienta y pase a la acción en busca de sensaciones nuevas con tal de obtener experiencias que faciliten su desarrollo y que le impulsen a repetir las buenas o a rechazar las malas, a la vez que anhela y tiene aspiraciones más elevadas. Naturalmente que para hacer esto último el hombre se vale de algo que le diferencia de los animales, y ese algo es la mente, el cuerpo que nos hace humanos, que facilita la expresión del Alma y que en un futuro obtendrán los animales.

Si quisiéramos dividir el mundo físico en siete estados o grados de densidad de materia (lo que verdaderamente es) podríamos comenzar por los estados llamados sólido, líquido, y gaseoso. Pero todos sabemos que en la materia también hay otras divisiones como la célula, la molécula y el átomo, el cual está compuesto de materia-energía, o sea, de éteres. Los estudiantes de filosofía oculta sabemos que los cuatro cuerpos que utilizamos están compuestos de materia de cada uno de los mundos a los que pertenecen, por eso nuestro cuerpo físico está formado con materia física, el cuerpo etérico lo está de éteres (la materia más sutil del mundo físico) el cuerpo emocional o de deseos lo está de materia de deseos, y la mente está compuesta de materia todavía más sutil que pertenece al Mundo del Pensamiento. Pero, igual que la materia del mundo físico se divide en siete grados también lo hace la del Mundo de Deseos, y por tanto, nuestro cuerpo de deseos puede contener materia de deseos o emocional de cada una de las siete divisiones del Mundo de Deseos. Y esto es así hasta el punto de que el estado inferior de la materia sólida se relaciona con el inferior del Mundo de Deseos, significando esto que como este cuerpo es emocional, en ese nivel y grado de materia es donde se encuentran los deseos y emociones más groseras y animales en nosotros.

Lo mismo que las placas solares que dan luz a una casa dependen del Sol para facilitar esa luz, así la vida del hombre mortal depende del Alma que es el verdadero hombre o Ego. El hombre físico y sus sentidos son los medios que el Ego tiene para poder expresarse e intentar guiarnos, y para ello tiene una mente creadora a la cual se unen los deseos y emociones con tal de que sus ideas puedan llegar al cerebro y al sistema nervioso. Este mecanismo es el que sirve también para que, como ocurre por las noches, después de la muerte del cuerpo físico el hombre extraiga la quintaesencia de sus experiencias y se la ceda al Alma para así poder descansar y preparar un nuevo renacimiento. Lo cierto es que la verdadera vida y cuando más cerca estamos de la realidad, es cuando nos encontramos en esos otros mundos, ya que la conciencia que aquí tenemos es la más alejada del Alma. El mundo físico es el mundo donde experimentamos, y por ser como es se nos ha facilitado los cuerpos que tenemos con tal de que el resultado de las experiencias lleguen al Alma. Pero lo mismo que aquí abandonamos el cuerpo físico, así vamos abandonando los otros superiores según extraemos el beneficio de ellos, hasta que el Alma se queda desnuda pero en su verdadero y real mundo. Así, el Ego volverá a crear nuevos y más perfectos cuerpos en esos mundos sutiles para volver a aprisionarse en éste hasta que, renacimiento tras renacimiento, alcance la próxima meta de que el hombre sea consciente en esos mundos y ya no exista más la muerte para él.

Es importante que al lector le quede claro que él, como personalidad, no es el pensador ni el observador de sí mismo. El Ego o Alma es inmortal pero no es el hombre que cada noche se acuesta porque ese “ser” desaparece nada más dormirse, es más, si desapareciera también después de la muerte no podríamos decir que el Alma es inmortal. El yo con el que nos identificamos a través del cerebro y de los sentidos pero que está en la superficie de la conciencia no es inmortal; ni siquiera los sentimientos ni la mente pensante es el verdadero Yo o Ego. El Ego es el silencioso observador del comportamiento del hombre, y nosotros nos acercamos a él cuando, estando en el presente o ahora, (sin pensar en nada del pasado ni del futuro) observamos los sentimientos y a la mente de una forma consciente y voluntaria, no permitiendo que la mente piense por sí misma ni que el hombre se deje llevar por las emociones ni los deseos.

PARTE II

El mundo físico es un mundo de muerte, aunque cada noche restauramos los cuerpos gracias a las fuerzas existentes en los mundos superiores, el hombre nunca se recupera totalmente y va envejeciendo hasta que esas fuerzas destructivas que durante el día nos afectan, ya no pueden más y el cuerpo físico muere facilitándonos así un descanso y una recuperación mayor que la que hacemos por las noches. Así es que, nosotros estamos aquí para vivir el máximo de años posible para poder extraer más beneficio de las experiencias, a la vez que intentamos elevarnos hacia los mundos espirituales por medio de las obras, del intelecto, de la moral, de los sentimientos, etc. Tenemos dos necesidades importantes, una la de restaurar al cuerpo físico por las noches, y otra, la de restaurar los valores morales y espirituales después de la muerte. Digo necesidad porque con cada mal pensamiento, sentimiento, deseo o acción contra otra persona degradamos nuestro yo y para hacer esa restauración existen los medios necesarios después de la muerte. Por consiguiente, mientras estamos aquí en la Tierra tenemos dos opciones: 1ª.- La de destruir equivocadamente al yo y crearnos nuestro propio infierno; y 2ª.- La de buscar la manera de desarrollar el aspecto mental, moral y espiritual para crearnos el Cielo que después de la muerte disfrutaremos. La parte positiva de esto es que, aunque nos degrademos como hombres, siempre tendremos la oportunidad de reparar los daños causados y de arrepentirnos para volver a intentar vivir la vida espiritual.

Nosotros aquí no podemos trabajar directamente sobre nuestros cuerpos de deseos y mental, pero sí podemos (tenemos ejercicios y métodos para ello) hacer que, aun como humanos, podamos ser conscientes en cada ahora para, mediante la auto-observación, rectificar nuestros defectos. Aunque algunos no lo crean, también podemos degradarnos después de la muerte si durante la estancia en el Purgatorio no ponemos de nuestra parte pero, como he dicho respecto a la vida, también aquí podemos acelerar el proceso de purificación y espiritualidad. De lo que sí debe ser consciente el lector es de que los resultados de la vida tendrán su merecido y recompensa después de la muerte, y de que los cuerpos que necesitará para la próxima vida estarán formados (con sus defectos y virtudes) de acuerdo al karma o resultado de esta vida. La fuerza moral, intelectual y la salud física en una vida tienen su causa en los resultados de lo que hizo en la anterior, y el poder interno, la conciencia y la voluntad son el resultado del poder adquirido por el Alma después de extraer la quintaesencia de las experiencias de cada renacimiento. Es necesario destruir el cuerpo físico después de ciertos años de experiencia para que el Ego extraiga poder de expresión sobre el hombre a la vez que éste se eleva sobre lo material y lo personal para acercarse a su verdadero hogar. Si no fuera por lo que ocurre en los mundos superiores, después de la muerte no podríamos renacer y no podríamos evolucionar porque no tendríamos poder espiritual para ello; es el poder del Alma y la ayuda de otros seres existentes en esos mundos los que nos facilitan un nuevo renacimiento y todo lo que necesitamos para seguir el Plan de Dios. Aquí tenemos medios para obtener fuerza y vitalidad para el cuerpo físico, pero sólo en los otros mundos podemos obtener la fuerza que necesitan nuestros cuerpos invisibles, y eso solo se consigue muriendo.

Hay quienes piensan que después de la muerte nos transformamos en buenas personas como por arte de magia y que allí nos facilitan todo lo necesario para vivir felizmente, pero eso no es cierto. Cada mundo tiene una función para cada uno de nuestros cuerpos y por eso mismo, lo que no hayamos conseguido aquí en el mundo físico no nos lo pueden facilitar en esos otros. Si no creemos en otra vida, si no creemos en el Cielo, o si no creemos que allí hay Ángeles y Arcángeles, no encontraremos fácilmente todo eso hasta después de un tiempo de sufrimiento, incertidumbre o soledad que nos lleve a buscar y a creer. Los que se burlan de estos conocimientos (por otro lado muy lógicos) están desperdiciando la oportunidad de adquirir un gran adelanto en el más allá porque lo que están haciendo, ignorantemente, es rechazar el contacto, la ayuda y el conocimiento que esos seres les pueden dar. Pero eso no es lo peor, lo peor es que es muy posible que en la próxima vida se le niegue en parte este conocimiento para que sea él quien se sacrifique y se esfuerce por encontrarlo y comprenderlo.

La gran mayoría de las personas hacen lo que se ven obligados a hacer como deberes familiares, de trabajo o sociales, pero no saben que están retrasando su progreso. Cuando alguien, además de cumplir con sus deberes, se esfuerza por elevar su moral y su intelecto y se preocupa por adquirir nuevos conocimientos o desarrollar más elevados ideales, está adelantando en gran medida porque está sentando las bases para un crecimiento espiritual después de la muerte. Por el contrario, quien no hace nada de esto, se verá cada vez más dominado por lo material hasta que, en alguna vida, él mismo sienta la necesidad urgente de buscar sin saber dónde. La gran ventaja del estudiante de filosofía oculta es que, además de estar preparado para el momento de la muerte y para acelerar y mejorar el proceso post-morten, también lo está para colaborar en las labores que se hacen en ese mundo. Queramos o no, el conocimiento y el resultado de los ejercicios espirituales que hagamos, más el deseo de servir en el Plan Divino, se convierten en “Poder” para mejorar el estado en el más allá.

Todo lo que se cruza en nuestro destino tiene un porqué; los hechos más importantes de nuestra vida están así “programados” para algo, incluso el mal que nos viene como deuda de otras vidas, siempre trae una enseñanza que nos ayudará a progresar. Para aprender de todos esos aspectos es necesario tener voluntad para interesarnos y ser conscientes de lo que queremos hacer y hacemos. Es decir, no se puede extraer apenas nada de un libro si mientras lo leemos nos estamos durmiendo, o no podemos enterarnos de lo que nos dicen si mientras “escuchamos” estamos pensando en otras cosas. El que está “despierto”, o sea, el que pone plena atención y se auto-observa, es el que se hace consciente y guarda todo para extraer un mayor beneficio cada noche y después de la muerte. Quien aprende, quien se adapta y quien se hace consciente, adquiere más poder espiritual para hacer frente a lo que ocurre después de la muerte y para resolver su propio karma. No podemos aprender en el más allá si no nos hemos preparado aquí, y no tendremos tantas posibilidades en la nueva vida si no hemos obtenido buenos resultados en el más allá.

El ejercicio de la concentración, la devoción, la atención a lo que sentimos y a lo que pensamos y casi todo lo que hacemos aquí en la vida física, tiene sus buenos resultados en la vida post-morten. Lo mismo que es importante que seamos conscientes de lo que hacemos, decimos, pensamos, etc. para que la película de nuestra vida quede bien grabada, también lo es el interés que pongamos para desarrollar cualidades morales, intelectuales y espirituales. De acuerdo con esto, así será nuestra estancia en cada una de las regiones que componen el Purgatorio y el cielo y así seremos capaces de asimilar el poder que de cada estancia se adquiere. Hay que comprender que lo mismo que aquí hay leyes naturales que rigen el mundo físico, también lo es que allí hay otras leyes que nos someten y cuyos resultados dependerán de lo que hayamos conseguirlo alcanzar aquí. También es necesario tener presente que la vida futura y la conformación de los cuerpos depende de todo esto y de las causas que se hacen en la vida terrenal. Durante la noche no somos conscientes de cómo esas fuerzas reconstruyen nuestros cuerpos, pero después de la muerte sí somos conscientes de todo y podemos colaborar para hacer un mejor aprendizaje y un mejor trabajo.

Después de la muerte y una vez que alcanzamos las primeras regiones del Purgatorio, nos vemos obligados a ver retrospectivamente nuestra vida pasada antes de poder elevarnos al Cielo. Las tres divisiones inferiores del mundo de deseos, y más aún la primera, es casi una continuación de la vida física, pero también desde donde comenzamos a olvidarla según ascendemos hacia el Cielo. Allí el hombre sigue deseando y pensando como aquí, pero como no puede satisfacer sus deseos por no tener cuerpo físico, sufre hasta que se olvida de ello; es esa “liberación” la que arranca del cuerpo de deseos lo que domina al hombre y que no le es útil al Alma. Pongamos un ejemplo: Las personas que tienen poca personalidad y poco carácter y hablan y piensan según la opinión de los demás, o los que viven y opinan basándose en las opiniones de los políticos, entre otros; esto es una pérdida de tiempo y un sufrir absurdo en el Purgatorio. Lo que pensamos aquí se convierte en hechos allí, y por eso es necesario que seamos más conscientes de nuestras actitudes y expresiones porque, si no es así, las fuerzas allí existentes nos harán sufrir sin necesidad. Aquí creamos un pensamiento contra alguien y no nos ocurre nada, digo más, si nos dieran la oportunidad de rectificarle no podríamos porque ya está creado. Pero allí no ocurre lo mismo porque el pensamiento se manifiesta vivo ante nosotros causándonos el dolor que podría haber causado a la otra persona si hubiera sido consciente de él. Es entonces cuando el dolor en nosotros hace que cambiemos al respecto para luego olvidarlo, no sin antes haber dejado un recuerdo en forma de conciencia. Pero también hay hechos que necesitan rectificarse, no en la vida post-morten, sino en la próxima vida física como, por ejemplo, el ludópata o drogadicto que se gasta el dinero que necesitan para comer y maltrata a su esposa e hijos. En este caso, él sufrirá en el Purgatorio el dolor moral causado a su familia, pero tendrá que renacer junto a esas Almas, con alguna relación cercana, para poder rectificar y devolverles lo que les quitó físicamente para gastárselo.

Está claro que además de purgar el mal, la moral y todos los demás valores son los que nos sitúan en nuestro lugar y los que nos facilitan más ayuda. Un ser inmoral y antisocial tiene poco sitio en estas regiones, y cuando lo tiene es para estar entre algún similar. Los que nos esforzamos por ser un poco mejores también metemos la pata muchas veces y, aunque después queramos compensar la mala obra con otra buena, si no pedimos, perdón a la persona o si no hacemos un verdadero y profundo arrepentimiento, tendremos que revivirlo en el Purgatorio. En estos casos, primero sufriremos el dolor de la ofensa en el Purgatorio y después recibiremos la compensación de las buenas obras que le hayamos hecho. Sin embargo, tanto en la vida física como después de la muerte, es la fuerza de pedir perdón y del arrepentimiento lo que nos hace ver el mal que hicimos para después repararlo; a veces la propia impotencia al ver el mal que hemos hecho nos da también fuerza para compensar el mal del prójimo. Quien crea que solo tendrá que hacer frente en el Purgatorio al dolor causado por los deseos y sentimientos que él conoce, está confundido, porque allí se limpia la personalidad del más mínimo detalle, emoción o pensamiento que pueda causar desarmonía en las regiones celestiales.

PARTE III

La materia de deseos de nuestro cuerpo cambia constantemente de lugar como lo hacen nuestras emociones, y lo mismo ocurre respecto a su color y vibración según sean nuestros deseos y sentimientos. Pero siempre hay una vibración y color básico que nos identifica y que es la que reflejará lo que somos y lo que sentimos cuando pasemos al Mundo de Deseos después de la muerte. En este mundo hay leyes que, como en el mundo físico, gobiernan sobre todo lo existente allí y, aunque no son como las del mundo físico, algunas sí tienen cierto parecido, como por ejemplo de que en la región inferior es donde está la materia de deseos más “densa” como aquí el sólido y que la que más “pesa” está en lo más bajo o primera división como si fuera efecto de la ley de la gravedad. Esto significa que en el Mundo de deseos no podemos ascender a las regiones superiores hasta que no nos hayamos deshecho de esa materia que más pesa, o sea, de los deseos y sentimientos más groseros, egoístas, materialistas, etc.

La materia del Mundo de Deseos compenetra a la del mundo físico como las partículas de un perfume lo hacen sobre el humo o la niebla, por eso, no solo está dentro de la Tierra sino que también lo está dentro de nuestro cuerpo físico. Pero como, según su “materia” se va haciendo más sutil (divisiones superiores) el mundo y el cuerpo de deseos se van haciendo más grandes, resulta que el cuerpo de deseos del planeta llega casi hasta la Luna y el nuestro sobresale entre 20 o 30 centímetros del físico. De esta forma, podemos comprender fácilmente que lo más grosero se encuentra casi más bien “dentro” y los deseos y las emociones más elevadas “fuera” del planeta, mientras que en el hombre, lo más grosero se refleja más bien en la parte inferior y lo más espiritual desde el tronco hacia la cabeza. En la primera división o inferior de este mundo (lo equivalente al sólido) no hay nada de lo que solemos llamar positivo entre nosotros (amor, cariño, luz, etc.) Ahí se encuentra lo que muchas religiones llaman el “infierno” porque allí solo reina la tristeza, la soledad y la oscuridad y su ambiente es pesado, desagradable e indeseable porque allí se purga la mayor maldad. La siguiente división es más similar a la vida que conocemos aquí pero todavía con mucha fuerza de la personalidad materialista; y en las dos siguientes es donde están las personas que tienen deseos y emociones más sutiles y elevados pero todavía de forma interesada.

Si bien la primera región se suele representar como el infierno, las dos siguientes lo hacen como el Purgatorio y la cuarta como la intermediaria entre lo grosero o inferior y lo espiritual o superior; las tres más elevadas representan el Cielo según el concepto que cada uno tenga sobre éste. Este mundo, al que vamos después de la vida física, es el mundo post-morten que hemos creado durante nuestra existencia, así, el cristiano tendrá el cielo que le han explicado, el incrédulo se verá en la soledad, el pintor se verá ante bellos paisajes y el verdadero ocultista podrá distinguir y comprender otras muchas más cosas. Por tanto, en el plano más elevado, está la materia más sutil y ahí solo se encuentran, o llegamos todos, después de alejarnos de los conceptos terrenales y de las creencias personales una vez que ya hemos purificado la materia más grosera de nuestro cuerpo emocional.

La muerte es tan necesaria para el Ego o Alma como el sueño lo es para nuestros cuerpos físicos, y lo mismo que nosotros no viviríamos tantos años para experimentar y evolucionar sin la restauración que hacemos durante el sueño, el Alma no podría evolucionar si no recopilara el beneficio de cada vida en el estado post-morten. Por eso, tan importante es lo que se hace después de la muerte como lo que hacemos durante la vida, porque el estado post-morten está basado en lo que hacemos durante la vida, y las líneas generales y hechos más importantes de la vida están basadas en los resultados obtenidos después de pasar por el Purgatorio y el Cielo.

Una vez dicho esto, bueno es que sepamos que después de la muerte encontraremos: 1º.- Lo que creemos que hay y lo que esperamos que ocurra, durante un tiempo y desde el punto de vista personal; y 2º.- Los resultados del buen y del mal obrar a modo de vivirlos y sentirlos en nosotros mismos. Supongamos el estado en que se encontrará una persona egoísta, incrédula y malévola que no se ha interesado por ayudar a nadie ni ha sido sensible al dolor ajeno. Por la incredulidad se encontraría en una especie de vacío, pero analizando lo demás y sabiendo que no tenía ningún lazo de simpatía con nadie, se encontraría también en la soledad. El incrédulo que ha hecho mal purgará en las regiones inferiores sufriendo el dolor que ha causado, pero el incrédulo que ha hecho bien y no mal, puede pasar casi directamente al Cielo para recibir la quintaesencia de sus obras. Tanto en un caso como en otro, llega un momento en el estado post-morten en que la personalidad se olvida de la vida pasada, pero en el incrédulo materialista es peor porque extrae muy pocos resultados, lo que hace que su futura vida esté llena de fracasos y luchas para que aprenda a convivir y a creer. Son innumerables los casos y formas de actuar de las fuerzas que actúan en el Mundo de Deseos, ya que también hay que tener en cuenta que no todo es causa y efecto nuestro. Hay veces que una persona sufre sin merecerlo, o sea, por culpa de otro, y eso se ve recompensado en el Cielo mientras que el causante recibirá su castigo kármico en su próxima vida.

Así es que el cuerpo de deseos es un campo de fuerza magnético compuesto de materia:

1.- De baja vibración en las personas egoístas, sensuales y malévolas.

2.- De vibración intermedia (de la región intermedia) en las personas indiferentes a lo espiritual pero que no tienen maldad.

3.- De elevada vibración en las personas altruistas, fraternales, serviciales, etc.

Casi toda la humanidad suele llevar en su cuerpo materia de alguna de las siete divisiones del Mundo Emocional y ésta se mueve según predominen unos u otros deseos y emociones, llegando incluso a romperse la forma ovoide del cuerpo cuando hay un fuerte descontrol emocional. En estos casos, las bandas que suelen salir de la frente, así como la fuerza que surge del chacra situado a la altura del hígado, muestran un cuerpo deseos muy activo, como si se hiciera más grande. Pero cuando la mente controla las emociones todo se apacigua y se muestra el color que representa el carácter y el temperamento de la persona. En sentido contrario, si la persona tiene poca actividad emocional y está decaída, las líneas de fuerza de los chacras se debilitan y parecen que casi están colgando. Está claro, pues, que nuestro cuerpo de deseos representa en gran parte cómo somos internamente por medio de su movimiento y de sus colores, es más, para la persona clarividente puede ver que incluso llevamos nuestro Purgatorio y nuestro Cielo en nosotros y a nuestro alrededor.

PARTE IV

La vida en el purgatorio, o el infierno para algunos, es casi una continuación de la vida física en el sentido de que la persona sigue sintiendo, pensando y deseando lo mismo, por eso se suele decir que durante la vida llevamos con nosotros el Cielo o el Infierno según sea nuestro desarrollo interno y según sean y controlemos las emociones. Las personas con maldad y egoístas se sorprenderán porque ni se imaginan lo que es el Purgatorio, sin embargo, todos deberíamos tener siempre presente que según sean nuestros pensamientos y sentimientos así serán nuestras vibraciones y la materia que atraigamos del Mundo de Deseos y Mental y, por consiguiente, así estaremos formando nuestro futuro estado post-morten. Aunque se puede considerar al Purgatorio como una clínica donde “recibimos un tratamiento para curarnos de nuestros males”, es conveniente saber qué ocurre allí respecto al mal que hacemos a los demás.

A lo largo de nuestra vida, estamos grabando todas las experiencias (relacionadas con nuestros deseos, sentimientos, palabras, pensamientos y acciones) en un átomo que después de la muerte nos llevamos para poder extraer el beneficio del bien y del mal que hayamos hecho en la Tierra. Una vez en el Purgatorio y durante un tiempo, llevamos una vida similar a la terrestre porque estamos en los mismos sitios y entre las mismas personas con las que, en sus noches y mientras su cuerpo duerme, contactamos (digo sus noches porque en el Purgatorio no hay noches para los que ya no viven) También estamos entre otros seres “muertos” y otros que viven pero que se dedican a ayudar a los muertos. Pero claro, si esto solo fuera así sería un cielo, porque a algunas buenas personas incluso se les permite visitar el Cielo situado en las regiones superiores o visitar a sus seres queridos en la Tierra. Pero, ¿Por qué se llama Purgatorio? pues porque según van pasando las imágenes de la vida pasada, con sus correspondientes descansos entre un hecho que hay que purgar y otro, se va sufriendo el mal que hemos causado a los demás. Algunos piensan que ese “sufrir el mal que hemos causado” es algo así como un simple arrepentimiento, pero no es así, porque el dolor surge cuando la fuerza de repulsión de ese mal “arranca” la imagen o hecho de nuestro cuerpo de deseos. Así es que cada vez que nos llega una imagen que hay que purgar no permanecemos como un espectador ante ella, sino que sentimos el dolor causado al prójimo como si estuviéramos en su cuerpo en el momento de la ofensa y con el mismo grado (de odio, de deseo, etc.) con que lo emitimos.

En la primera región del Purgatorio, es donde más se sufre por las peores maldades, pero también por no poder satisfacer los deseos y las pasiones por el hecho de desearlos y buscarlas y no encontrarlas. Si en esta región sufrimos porque por la falta de sentidos físicos no podemos satisfacer las pasiones, en la segunda ocurre algo parecido pero respecto a los pensamientos, es decir, que pensar como pensábamos en la Tierra ya no sirve de nada porque la mayoría de los pensamientos son inútiles para el Alma. En la tercera región y entre otras cosas, ocurre algo similar a las anteriores pero respecto a los deseos y anhelos libres de maldad aunque terrenales, hasta que en la cuarta, por fin, desaparece el deseo de vivir en la Tierra aun teniendo todavía algún recuerdo o nostalgia de ella. Solo cuando se ha revivido la parte que corresponde al Cielo es cuando ya no queda ni siquiera esa nostalgia de la vida pasada, es más, desaparecen incluso las aspiraciones espirituales personales. Entonces es cuando la quintaesencia de las experiencias que hizo el hombre en su vida pasada penetra en el mundo del Ego o Alma, para así estar más cerca de su Padre y hacerse un poco más a Su imagen y semejanza. Por fin y ya en su hogar, el hombre desaparecido descansa como Alma hasta que al cabo de muchos años de felicidad interna, siente la necesidad de nuevas experiencias.

Como he dicho antes, el resultado de la purgación efectuada sobre la película que nos llevamos en el momento de la muerte, queda grabado en otro átomo especial (llamado permanente o simiente) en sentido moral para que en la próxima vida nos hable como voz de la conciencia cuando vayamos a hacer algo malo e incluso después de haberlo hecho. Una vez arrancada y disuelta la materia de baja vibración del cuerpo de deseos relacionada con el infierno y con el purgatorio, el hombre puede elevarse a las regiones superiores o Cielo donde recibirá la recompensa por sus buenas obras para que en la próxima vida le sirva de aliciente para que siga haciendo el bien. Pero el lector tampoco debe tener ese miedo que algunas religiones inculcaban con el Infierno y el Purgatorio porque, como he dicho, es una especie de clínica para purificar al paciente del mal mientras el paciente está asistido por otros seres humanos Ángeles e incluso Arcángeles. Claro que, al igual que aquí se ingresa en un hospital por enfermedades graves y menos graves, también allí hay un verdadero infierno o cirugía del dolor para los que “están muy enfermos”, es decir, para los que han hecho mucho mal. El cuerpo de deseos se abandona para ir al Cielo como se abandonaron los otros cuerpos en la Tierra, de hecho, tanto unos como otros tardan un tiempo en descomponerse. Pero cuando la persona es verdaderamente malvada, ese cuerpo de deseos se cristaliza y se compenetra hasta tal punto con el cuerpo etérico que puede subsistir hasta que el Ego renazca de nuevo. Entonces y puesto que el átomo-simiente de ese cuerpo tiene que atraer materia para el nuevo cuerpo de deseos, también atrae al cuerpo de la anterior vida (llamado en la filosofía rosacruz: cuerpo del pecado) y el hombre renace con una doble personalidad que bien puede ser más o menos buena por su nuevo cuerpo de deseos y mala por el antiguo.

Una vez comprendido lo dicho en estos párrafos, está claro que el ser humano debe esforzarse por acortar el tiempo en el Purgatorio, y para ello debe procurar no hacer mal con sus deseos, sentimientos, pensamientos y acciones. Pero además de eso tiene otras formas de ayudarse a sí mismo, por ejemplo:

1.- Auto-programándose cada mañana para visualizar los momentos en que suele car en el mal durante el día para verse superando el problema y emitiendo sentimientos y pensamientos positivos hacia los demás.

2.- Haciendo una retrospección visual desde el momento de acostarse hasta que se levantó por la mañana para ver dónde, cómo y por qué ha caído en el mal y así proponerse no caer al siguiente día.

3.- Una vez al año o, al menos, antes de morir apuntar todo lo que se recuerde del mal que se ha hecho durante ese año o vida para luego hacer un verdadero ejercicio de arrepentimiento, reforma y restitución.

Francisco Nieto

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