jueves, 15 de agosto de 2013

EL PROBLEMA DE LA DISCIPLINA...

El problema de la disciplina es realmente muy complejo, porque la mayoría de nosotros piensa que mediante alguna forma de disciplina tendremos finalmente la libertad. La disciplina es el cultivo de la resistencia, ¿no es así? Pensamos que resistiendo, erigiendo internamente una barrera contra algo que considerarnos malo, seremos más capaces de comprenderlo y de tener libertad para vivir plenamente; pero eso no es un hecho, ¿verdad? Cuanto más resisten o luchan contra algo, tanto menos lo comprenden. Ciertamente, es sólo cuando hay libertad, verdadera libertad para pensar, para descubrir, cuando uno puede llegar a saber alguna cosa.

Pero la libertad, obviamente, no puede existir dentro de una estructura. Y casi todos nosotros vivimos en una estructura, en un mundo creado por ideas, ¿no es así? Por ejemplo, sus padres y sus maestros les dicen lo que está bien y lo que está mal, qué es dañino y qué es beneficioso. Y ustedes saben lo que dice la gente, lo que dice el sacerdote, lo que dice la tradición y lo que han aprendido en la escuela. Todo eso forma una especie de cercado dentro del cual viven, y, viviendo dentro de ese cercado, dicen que son libres. ¿Lo son? ¿Puede un hombre ser libre alguna vez, en tanto esté viviendo en una prisión?

Por lo tanto, uno ha de demoler los muros que lo mantienen preso en la tradición y descubrir por sí mismo qué es lo real, lo verdadero. Tiene que experimentar y descubrir por su cuenta, y no seguir meramente a alguien, por noble o estimulante que sea esa persona y por feliz que uno pueda sentirse en su presencia. Lo importante es ser capaz de examinar, no sólo aceptar, todos los valores creados por la tradición, todas las cosas que la gente ha dicho que son buenas, beneficiosas, valiosas. En el momento en que aceptan, empiezan a amoldarse, a imitar; y el amoldarse, el imitar, el seguir, jamás pueden hacer que uno sea libre y dichoso.

Nuestros mayores dicen que ustedes deben ser disciplinados. La disciplina se la imponen ustedes a sí mismos y les es impuesta por otros, desde fuera. Pero lo importante es estar libres para pensar, para inquirir, de modo que puedan empezar a descubrir por sí mismos. Por desgracia, la mayoría de la gente no quiere pensar, no quiere descubrir; tiene mentes cerradas. Pensar profundamente, investigar las cosas y descubrir por uno mismo lo que es verdadero, resulta muy difícil; requiere percepción alerta, investigación constante, y la mayoría de las personas no tiene ni la disposición ni la energía para eso. Dicen: "usted sabe mejor que yo; usted es mi gurú, mi maestro, y yo le seguiré".

Es entonces muy importante que desde la más tierna edad estén ustedes libres para descubrir y no se hallen cercados por un muro de "debes" y "no debes", porque si les dicen constantemente lo que deben y lo que no deben hacer, ¿qué ocurrirá con su inteligencia? Serán entidades irreflexivas que solamente siguen una carrera, a las que sus padres les dicen con quién deben casarse o no casarse; y eso, evidentemente, no es la acción de la inteligencia. Ustedes podrán pasar sus exámenes y ser muy prósperos, podrán tener buenas ropas y estar llenos de joyas, podrán gozar de amigos y de prestigio, pero en tanto estén atados por la tradición, no puede haber inteligencia.

La inteligencia, por cierto, adviene sólo cuando tenemos libertad para investigar, para considerar cuidadosamente las cosas y descubrir; de ese modo nuestra mente se vuelve muy activa, muy alerta y clara. Entonces somos individuos plenamente integrados, no entidades temerosas que, no sabiendo qué hacer, sienten internamente una cosa y exteriormente se ajustan a algo diferente.

La inteligencia les exige que rompan con la tradición y vivan su propia vida, pero están cercados por las ideas de sus padres acerca de lo que deben y lo que no deben hacer y por las tradiciones de la sociedad. En consecuencia, hay un conflicto desarrollándose internamente, ¿no es así? Ustedes son todos jóvenes, pero no creo que sean demasiado jóvenes como para no darse cuenta de todo esto. Quieren hacer algo, pero sus padres y maestros les dicen: "no lo hagas". Por eso tiene lugar una lucha interna, y en tanto no resuelvan esa lucha estarán atrapados en el conflicto, en la pena, en el dolor, deseando perpetuamente hacer algo y estando impedidos de hacerlo.

Si lo investigan cuidadosamente, verán que la disciplina y la libertad son contradictorias, y que al buscar la verdadera libertad se pone en marcha un proceso diferente que trae su propia clarificación, de modo tal que ustedes simplemente no hacen ciertas cosas.

Mientras son jóvenes, es muy importante que estén libres para descubrir y se les ayude a que descubran lo que realmente quieren hacer en la vida. Si no lo descubren mientras son jóvenes, jamás lo descubrirán y ya nunca serán individuos libres y dichosos. La semilla debe ser sembrada ahora, de modo que comiencen ahora a tomar la iniciativa.

En el camino, han pasado frecuentemente junto a aldeanas que llevan pesadas cargas, ¿no es así? ¿Qué sienten respecto de ellas? Esas pobres mujeres con los vestidos rotos y sucios, con comida insuficiente, que trabajan día tras día por un jornal de hambre, ¿sienten algo por ellas? ¿O están ustedes tan atemorizados, tan ocupados consigo mismos, con sus exámenes, con su apariencia, con sus saris, que jamás les prestan atención? Cuando las ven pasar junto a ustedes, ¿qué sienten? ¿Sienten que son mucho mejores, que pertenecen a una clase más alta y que, por lo tanto, no necesitan tener consideración por ellas? ¿No quieren ayudarlas? ¿No? Eso indica cómo piensan. ¿Acaso están todos tan embotados por siglos de tradición, por lo que dicen sus padres y sus madres, son tan conscientes de que pertenecen a cierta clase, que ni siquiera miran a los aldeanos y aldeanas? ¿Están realmente tan ciegos que no saben lo que pasa alrededor de ustedes?

Es el temor, temor a lo que dirán sus padres, sus maestros, temor a la tradición, temor a la vida, lo que destruye gradualmente la sensibilidad, ¿no es así? ¿Saben lo que es la sensibilidad? Ser sensible es sentir, recibir impresiones, tener simpatía por aquellos que sufren, tener afecto, damos cuenta de las cosas que suceden alrededor de nosotros. Cuando está repicando la campana del templo, ¿se dan cuenta de ello? ¿Escuchan el sonido? ¿Alguna vez ven la luz del sol sobre el agua? ¿Se dan cuenta de la gente pobre, de los aldeanos que han sido controlados, oprimidos durante siglos por los explotadores? Cuando ven a un sirviente que lleva una alfombra pesada, ¿le prestan ayuda?

Todo esto implica la sensibilidad. Pero ya lo ven, la sensibilidad se destruye cuando nos imponen una disciplina, cuando sentimos temor o nos interesamos mucho por nosotros mismos. Interesamos por nuestra apariencia, por nuestros saris, pensar todo el tiempo en nosotros mismos -cosa que casi todos hacemos en una u otra forma-, es ser insensibles, porque entonces la mente y el corazón están cerrados y perdemos toda apreciación de la belleza.

Ser realmente libre implica una gran sensibilidad. No hay libertad si estamos cercados por el interés propio o por distintos muros de disciplinas. En tanto nuestra vida sea un proceso de imitación no puede haber sensibilidad ni libertad. Es esencial, mientras están aquí, sembrar la semilla de la libertad, lo cual implica despertar la inteligencia; porque con esa inteligencia podrán ustedes abordar todos los problemas de la vida.

Interlocutor: ¿Es factible para un hombre librarse de todo sentimiento de temor y, al mismo tiempo, permanecer en la sociedad?

K.: ¿Qué es la sociedad? Un conjunto de valores, un conjunto de normas, regulaciones y tradiciones, ¿no es así? Uno ve estas condiciones externas y dice: "¿puedo tener una relación práctica con todo eso?" ¿Por qué no? Después de todo, si uno encaja meramente en esa estructura de los valores, ¿es libre? ¿Y qué es lo que entiendes por "factible"? Hay muchas cosas que uno puede hacer para ganarse la vida; y si eres libre, ¿acaso no puedes elegir lo que quieres hacer? ¿No es eso factible? ¿O considerarías factible olvidar tu libertad y encajar meramente en la estructura convirtiéndote en abogado, banquero, comerciante o barrendero? Ciertamente, si eres libre y has cultivado tu inteligencia, descubrirás qué es lo mejor para tí. Dejarás de lado todas las tradiciones y harás algo que amas realmente, sin considerar lo que tus padres o la sociedad aprueben o desaprueben. A causa de que eres libre hay inteligencia, y harás algo que es completamente tuyo, actuarás como un ser humano integrado.

Interlocutor: ¿Qué es Dios?

K.: ¿Como vas a descubrirlo? ¿Aceptando la información de alguna otra persona? ¿O tratarás de descubrir por tí mismo qué es Dios? Es fácil formular preguntas, pero experimentar la verdad requiere muchísima inteligencia, muchísima búsqueda e investigación.

Por lo tanto, la primera pregunta es: ¿vas a aceptar lo que otro dice acerca de Dios? No importa quién lo diga, Krishna, Buda o Cristo, porque todos pueden estar equivocados; del mismo modo puede estar equivocado tu propio gurú particular. Ciertamente, para descubrir qué es verdadero, tu mente tiene que estar libre para investigar, lo cual significa que no puede meramente aceptar o creer. Yo puedo darte una descripción de la verdad, pero no será igual que si experimentas la verdad por ti mismo. Todos los libros sagrados describen lo que es Dios, pero esa descripción no es Dios. La palabra "Dios" no es Dios, ¿verdad?

A fin de descubrir qué es verdadero, jamás debes aceptar, jamás debes ser influido por lo que puedan decir los libros, los maestros o cualquier otra persona. Si eres influido por ellos, sólo encontrarás lo que ellos quieren que encuentres. Y debes saber que tu propia mente puede crear la imagen de lo que ella desea: puede imaginar a Dios con barba o con un solo ojo, puede hacer que sea azul o púrpura. De modo que has de estar atento a tus propios deseos y no has de dejarte engañar por las proyecciones de tus propias necesidades y anhelos. Si anhelas ver a Dios de cierta manera, la imagen que verás estará de acuerdo con tus deseos; y esa imagen no será Dios, ¿verdad? Si estás sufriendo y deseas ser consolado, o si te sientes romántico o sentimental en tus aspiraciones religiosas, a larga crearás un Dios que proveerá lo que necesitas; pero eso tampoco será Dios.

Así que tu mente tiene que estar por completo libre; sólo entonces podrás descubrir lo verdadero, no mediante la aceptación de superstición alguna, no mediante la lectura de los así llamados libros sagrados ni siguiendo a ningún gurú. Sólo cuando tengas esta libertad, esta verdadera libertad respecto de las influencias externas, y también estés libre de tus propios deseos y anhelos, de modo que tu mente sea muy clara, sólo entonces te será posible descubrir lo que Dios es. Pero si meramente te sientas y especulas, entonces tu suposición es tan buena como la de tu gurú y es igualmente ilusoria.

Interlocutor: ¿ Podemos darnos cuenta de nuestros deseos inconscientes?

K.: En primer lugar, ¿te das cuenta de tus deseos conscientes? ¿Sabes lo que es el deseo? ¿Te das cuenta de que habitualmente no escuchas a nadie que esté diciendo algo contrario a lo que crees? Tu deseo te impide escuchar. Si deseas a Dios y alguien te señala que el Dios que deseas es el resultado de tus frustraciones y temores, ¿le escucharás? Por supuesto que no. Tú deseas una cosa y la verdad es algo por completo diferente. Te limitas a ti mismo dentro de tus propios deseos. Sólo te percatas a medias de tus deseos conscientes, ¿no es así? Y mucho más difícil es darse cuenta de los deseos que están muy ocultos. Para descubrir lo que está oculto, para descubrir cuáles son sus propias motivaciones, la mente que investiga tiene que ser absolutamente clara y estar completamente libre. Por lo tanto, primero tienes que darte cuenta plenamente de tus propios deseos conscientes; entonces, a medida que te vuelvas cada vez más alerta a lo que está en la superficie, podrás ir penetrando más y más en lo profundo.

Interlocutor: ¿Por qué algunas personas nacen en condiciones de pobreza, mientras que otras son ricas y acomodadas?

K.: ¿Qué es lo que piensas tú? En vez de preguntármelo y esperar mi respuesta, ¿por qué no averiguas lo que tú sientes al respecto? ¿Piensas que es algún proceso misterioso al que llamas karma? En una vida anterior has vivido noblemente y, debido a eso, ¡ahora estás siendo recompensado con riqueza y posición! ¿Es así? O habiendo actuado mal en una vida anterior, ¡estás pagando por ello en esta vida!

Mira, éste es realmente un problema muy complejo. La pobreza es culpa de la sociedad, una sociedad en la que los codiciosos y los astutos prosperan y alcanzan la cúspide. Y nosotros queremos la misma cosa, también queremos trepar por la escalera y llegar a la parte de arriba. Y cuando todos queremos llegar arriba, ¿qué sucede? Pisamos a alguien; y el hombre al que pisan, al que destruyen, pregunta: "¿por qué la vida es tan injusta? Ustedes lo tienen todo y yo no tengo capacidad, no tengo nada". En tanto sigamos trepando por la escalera del éxito, siempre existirán el enfermo y el mal alimentado. Es el deseo de éxito el que tiene que ser comprendido y no por qué hay ricos y pobres o por qué algunos tienen talento y otros no tienen ninguno. Lo que tiene que cambiar es nuestro deseo de trepar, nuestro deseo de ser grandes, de alcanzar el éxito. Todos aspiramos al éxito, ¿no es así? Allí radica la culpa y no en el karma o en alguna otra explicación. El hecho real es que todos nosotros deseamos estar en la cima; quizá no en la cima misma, pero al menos tan alto en la escalera como seamos capaces de treparla. En tanto exista este impulso de ser grande, de ser "alguien" en el mundo, vamos a tener al rico y al pobre, al explotador y a los explotados.

Interlocutor: ¿Es Dios un hombre o una mujer, o es algo completamente misterioso?

K.: Acabo de contestar esa pregunta y me temo que no escuchaste. Este país está dominado por los hombres. Supongamos que digo que Dios es una señora, ¿qué harías? Rechazarías eso porque estás lleno con la idea de que Dios es un hombre. Así que tienes que descubrirlo por ti mismo; pero para descubrir, tienes que estar libre de todo prejuicio.

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