La energía de nuestros hábitos es a menudo más fuerte que nuestra voluntad.
Decimos y hacemos cosas que no deseamos, y más tarde nos arrepentimos.
Nos causamos sufrimiento a nosotros mismos y a los demás.
Nos prometemos no volverlo a hacer pero reincidimos nuevamente.
Necesitamos la energía de la plena consciencia para reconocer y estar atentos a la energía de nuestros hábitos en el momento en que se manifiesta.
La consciencia nos permitirá evitar que los hábitos nos dominen.
Bebemos una taza de té pero no somos consientes de que la estamos bebiendo.
Nos sentamos junto a la persona que amamos pero olvidamos que está allí.
En ves de vivir el momento estamos en otro sitio, pensando en el pasado o en el futuro.
Debemos iluminar con la luz de la consciencia todo cuanto hagamos
para que la oscuridad que provoca la falta de atención
desaparezca.
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