jueves, 24 de octubre de 2013

POR QUE ME PASAN ESTAS COSAS

¿Por qué me pasan estas cosas?
A veces perdemos el control de nuestras propias emociones, o no tenemos la voluntad necesaria para alcanzar nuestras metas, o nos vemos envueltos en serios conflictos originados por asuntos sin importancia, o simplemente nos saboteamos, como si una parte de nosotros quisiera vernos fracasar.
En esas situaciones inexplicables es como si tuviéramos en nuestro interior un gran panel de control (con botones, diales y palancas), pero los mecanismos más sutiles y delicados de nuestro aparato psíquico hubieran quedado en las peores manos:

La imagen es de Laurie Lipton
El ego crea en nosotros la ilusión de que somos conscientes de todo lo que sucede en nuestra mente. Que nuestra actividad mental es sólo la interminable corriente de nuestros pensamientos conscientes, esa vocecita interior que nunca se calla.
Pero si somos observadores atentos de nuestras emociones, podemos darnos cuenta de que en nuestro mundo interno operan también otras fuerzas, mucho más poderosas que esos pensamientos superficiales.
Si vivimos ignorando esas poderosas fuerzas inconscientes que se agitan en nuestro interior, con frecuencia nos suceden todo tipo de cosas inexplicables y tal vez nos veamos envueltos en serios problemas que nosotros mismos nos creamos involuntariamente.
La soledad, los conflictos o los problemas de salud suelen ser consecuencias de estas “misteriosas” fuerzas que actúan en nosotros sin que realmente seamos conscientes de ellas, como si fuéramos movidos por hilos invisibles.
Por ejemplo, todos somos manipulados aún hoy por los mandatos que recibimos cuando éramos niños y que generalmente se oponen al desarrollo de nuestro potencial y que nos impiden ser plenamente felices:
¿Bailamos?, por JAF Producciones.
Por eso, la máxima “Conócete a ti mismo” es tan importante hoy como cuando fue acuñada, hace unos dos mil quinientos años en la antigua Grecia. Es el autoconocimiento lo que permite integrar y armonizar estas fuerzas vitales que nos constituyen y lo que nos posibilita reconocer y descartar aquellas otras que nos son ajenas, que la familia y la sociedad nos inculcaron y que muchas veces se oponen a nuestro desarrollo y bienestar.

Otra manera de ver nuestra realidad psíquica, tantas veces incomprensible y contradictoria, es reconocernos como habitados por numerosas facetas independientes unas de otras, cada una con diferentes características e intereses. Como si en lugar de tener un único “yo” individual, estuviéramos formados por diferentes “yoes”.
Ante todo, la persona debe saber que carece de unidad; es muchas personas diferentes. No tiene un Yo permanente e inmutable. Es siempre diferente. En un momento es una, en el siguiente momento es otra, luego es una tercera, y así de manera sucesiva, casi indefinidamente.
P. D. Ouspensky

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