El Gran Maestro de la Nueva Era
La humanidad ha estado expectante de que alguien siempre le guíe en su camino de Evolución. En un primer momento, fueron los animales quienes lo hicieron: elefantes, perros, gatos, tortugas, aves, y muchos otros que en diferentes culturas han sido caracterizados. Luego esos animales pasaron a los cielos, en las constelaciones, y las estrellas pasaron a ser los guías de los humanos.
Más adelante, otros seres llegados de diferentes planetas y constelaciones, mostraron el camino a la humanidad, seres que hoy reconocemos como los Dioses Mitológicos. Muchos esperaban la llegada de estos guías interestelares para que indiquen lo que la humanidad debía hacer.
Luego, con las revoluciones, los humanos necesitaron ser guiados por otros humanos, y emprendieron camino por todo el mundo. Los líderes de las tribus y las civilizaciones se volvieron maestros, y los guías espirituales, aquellos ancianos a los que llamaban sabios, fueron las cabezas a quienes todos debían seguir, quienes indicaban con su dedo un destino indiscutible para los demás.
Entonces llegaron los Grandes Maestros espirituales, como los hubo en tiempos remotos, Isis, Horus, Kwan Yin, Krishna, Buda, Jesús, Mahoma, entre tantos otros en diferentes sitios, que guiaron a humanidades enteras generando movimientos con guías a la cabeza: las religiones.
Los sacerdotes, Papas, imanes, curas, maestros, líderes, todos se volvieron indicadores para la humanidad. En estos tiempos, se reconocen a muchísimos maestros de los cuales muchos aprenden.
Algunos siguen las enseñanzas del maestro Jesús, otros del maestro Buda, otros del maestro Mahoma, y más hacia el presente, el maestro Da Vinci, el maestro Saint Germain, Dalai Lama, Krishnamurti, Hilarión, y tantos otros incalculables maestros, algunos desencarnados, y otros encarnados, que dicen ser o los hacen llamar Maestros…
La humanidad está repleta de maestros, por la necesidad de ser guiados, una costumbre tan antigua como la misma humanidad, necesitan su dirección, que alguien les de palabras de consuelo, les envíe mensajes divinos de esperanza y armonía, indicaciones para la ascensión y la salvación, sobre los nuevos cambios y cómo conllevarlos… pero nadie los oye de verdad…
Los maestros todos dicen un mismo mensaje entre sus palabras, y es una simple pregunta: “¿ninguno de ustedes recuerda que cada uno de ustedes son maestros?”
En la Era de Acuario, a diferencia de otras eras, el aprendizaje empieza a ser diferente.
Toda la información que se nos ha brindado a cultos e incultos en estos últimos 30 años, ha sido más que en cualquier otro período de la historia… y a partir de este desorden y bombardeo de información, y de tantos mensajes de entidades y maestros ascendidos y encarnados, la evolución continua su recorrido hacia la propia maestría… toda esta información dada y “vomitada” a la sociedad en estas últimas décadas, fue tan solo para que todos y cada uno de nosotros comencemos a discernir la verdad, a entender que cada uno de nosotros es un maestro en aprendizaje, y que cada uno de nosotros puede guiarse.
Los maestros dicen que debemos recurrir a nuestro interior, y hacemos redes para hacerlo… los maestros dicen que miremos las respuestas hacia dentro, y leemos libros para buscarlas, los humanos están, por naturaleza, aferrados, apegados, a la idea de un maestro, de tal forma, que incluso sabiendo que en pocos años, cada uno de nosotros será su propio maestro, seguimos buscando a quién seguir, en quién creer, seguimos esperando la llegada del Mesías, la llegada de nuestros hermanos Extraterrestres que nos digan qué hacer, seguimos esperando la luz que nos indique, o el maestro ascendido que nos hable… muy pocos oyen realmente la verdad mientras muchos aún la buscan creyendo haberla encontrado…
Pero, lo que muchos humanos no saben, es que hay un maestro entre nosotros capaz de enseñarnos todo sobre la vida, sobre nosotros mismos, capaz de mostrarnos la verdad, la esencia, sin decir siquiera una sola palabra, capaz de reconectarnos con nuestra primordial misión en la Tierra, simplemente con verlo, observarlo… el Gran Maestro ha estado aquí desde antes que cualquier otro, antes que cualquier Maestro Ascendido, y es el maestro que mejor nos habla sobre la iluminación, aún mejor que Jesús, pues nos habla sin emitir una sola palabra.
El verdadero Maestro a seguir, aquel que nos indica lo que debemos hacer y lo que hemos venido a hacer, aquel que nos muestra la manera en que podemos seguir en la Tierra y aceptar su vibración, ayudándola mientras ascendemos, está tan cerca de nosotros, que jamás le prestamos real atención.
Un maestro espiritual, les diría que ese maestro está dentro de cada uno de ustedes… pero así, un humano, jamás entendería el verdadero significado de lo que significa ser maestro. Nuestro verdadero maestro, es imposible de buscar ni seguir, porque no camina, es imposible de consultar, pues no habla, es imposible de cuestionar, pues sus actos son incuestionables, y así y todo, es nuestro más fiel maestro.
Les presento al Gran Maestro para la Era de Acuario, el Amado Gran Maestro Árbol.
El Maestro Árbol es el primero que ha venido a cumplir la Misión de Dios a la Tierra: “Anclar la Luz divina del Sol hasta el centro de la Tierra para iluminarla”
Su misión, es la misma que hemos venido a realizar todos los seres vivos por primera vez. Para poder ser cualquier ser vivo sobre la Tierra, hay que ser en primer lugar un Árbol, porque sólo así sabemos lo que significa anclar y canalizar luz.
Los animales vinieron luego a mover horizontalmente esta energía, y los humanos hemos venido a evolucionar a la divinidad anclando la luz conscientemente.
¿A qué se refieren los maestros ascendidos cuando dicen que debemos mirar hacia adentro, en silencio, respirando prana solar, siendo columnas que sostienen el cielo, extendiendo nuestros brazos al sol, y llevando profundas raíces a la Tierra?
Todos intentan seguir a los Maestros, pero nunca siguen a aquel que más claridad posee en su mensaje: “Yo soy una columna que irradia luz, bajando la luz de los cielos por mis brazos y mi corona a través de mi firme torso, llevándolo a lo más profundo de la Tierra, y dando vida a todos los seres a mi alrededor al exhalar esa luz desde la tierra”.
Debemos ser árboles, con profundas raíces, en silencio, mirando hacia dentro, siendo conscientes de la luz que atraviesa nuestro ser, recibiendo la luz del cielo, pero sujetándola a la Tierra. Seamos columnas de Luz pura, exhalando nuestra luz e iluminando a nuestro alrededor.
No hace falta más que eso para contribuir a la iluminación de todos: ningún árbol se preocupa por los árboles que lo rodean, ninguno tiene pena por los que caen a su alrededor, sólo sostienen el cielo y la tierra unidos a través de su ser, y de esa manera, sólo de esa manera, crecen bosques y selvas a su alrededor…
Ahora, si estás aquí leyendo esto, buscando al Gran Maestro que te enseñe el camino a seguir, si esperabas encontrar una respuesta capaz de guiarte hacia un sabio, lo has encontrado… Te invito a descubrirlo: abre tu ventana, y mira hacia afuera, sea donde sea, en tu patio o en la calle, lo encontrarás…
¡La Luz sea con ustedes! MATIAS DE STEFANO
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