Tiempos limite
A veces, ayuda el fijarse un tiempo límite. Esto puede ser cierto cuando enfrentamos problemas no resueltos, cuando estamos batallando con una decisión difícil, cuando hemos estado sentados en el banquillo un buen rato, o cuando nos hemos estado debatiendo en confusión durante un tiempo acerca de un asunto en particular.
Eso no significa un tiempo límite esculpido en piedra. Significa que estamos estableciendo un espacio de tiempo para ayudarnos a no sentirnos tan impotentes y para ayudarnos a encontrar una solución.
Fijar un tiempo límite puede liberar nuestra energía para hacer a un lado el problema o el asunto, para dejarlo ir y permitir que el universo, nuestro Poder Superior y nosotros mismos empecemos llegar a una solución.
No necesitamos decirle siempre a la gente que hemos fijado un tiempo límite. A veces, es mejor quedarse callado, pues de otra forma la gente puede sentir que estamos tratando de controlarla y puede rebelarse contra nuestro tiempo límite. A veces, es apropiado compartir con los demás que hemos establecido un tiempo límite.
Los tiempos límites son, primordialmente, una herramienta que usamos para ayudarnos. [Los tiempos límite] necesitan ser razonables y apropiados para cada situación individual. Si se usan adecuadamente, pueden ser una herramienta benéfica para ayudarnos a superar problemas y situaciones difíciles sin sentirnos atrapados e impotentes. Nos pueden ayudar a dejar ir el miedo y la obsesión, para que podamos concentrar nuestras energías en direcciones más constructivas. Establecer un tiempo límite nos puede ayudar a quitarnos de ese lugar incómodo en el que nos sentimos victimados por una persona o por un problema que no podemos resolver.
Los tiempos límite nos pueden ayudar a desapegarnos y seguir adelante.
“Hoy consideraré si sería útil fijar un tiempo límite en algún aspecto de mi vida. Reclamo la Sabiduría y la Guía Divinas para establecer tiempos límite adecuados para cualquier problema o cuestiones relacionadas con mis relaciones que pudiera tener”.
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
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