Hay dos clases de conocibles: cosas y personas, (objetos y sujetos).
Si quieres conocer un objeto, lo puedes poner debajo de un microscopio, calentarlo, estirarlo, lanzarlo al espacio, lo que sea. Es un objeto, y lo puedes controlar. Puedes experimentar con él como desees.
Si quieres llegar a conocer a una persona, no la llevas a un laboratorio y le pegas tornasol. Haces cosas buenas por ella. Desarrollas una amistad y ganas su confianza. Gradualmente te dirá todos sus más íntimos secretos. Sólo entonces puedes verdaderamente conocer a la persona.
Dios es un sujeto, no un objeto; una persona, no una “cosa”. No podemos pegar a Dios en un portaobjetos y sujetarlo debajo de nuestro microscopio. Mientras lo tratemos a Él como a un objeto para ser conquistado por nuestra inteligencia, nunca lo entenderemos o experimentaremos.
La realidad espiritual es personal. Y Dios es una persona. Conocer a esta persona, hacer cosas agradables para Él – servicio devocional sencillo. Desarrollar una relación amistosa. Gradualmente, Él te revelará Sus más íntimos secretos a ti – aún hasta el punto de venir directamente ante ti en una relación íntima.
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