sábado, 7 de septiembre de 2013

DEJANDO EL MUNDO ATRAS

Dejando el mundo atrás

Me llevaron de urgencia al hospital; yo sentía que el mundo a mi alrededor parecía tan irreal, como un sueño y podía sentir cómo me deslizaba fuera de la consciencia. Llegué al hospital en coma y los doctores que me recibieron quedaron impactados y sin muchas esperanzas, después de evaluar mis probabilidades. Este no era el mismo lugar donde había estado yendo para recibir los tratamientos durante mi enfermedad. El sitio que había escogido, más bien parecía una clínica y no un complejo hospitalario completo. Había sido adecuado para lo que mi doctor me prescribía en el pasado, pero no estaba equipado para manejar emergencias médicas. Yo deseaba ser tratada en una institución más pequeña del vecindario porque era menos intimidante y porque yo odiaba los hospitales. Les tenía miedo por las dos personas que había perdido: mi mejor amiga y el cuñado de Danny, ambos habían muerto en hospitales grandes especializados en cáncer.

Cuando Danny llamó a la clínica la mañana que entré en coma, mi doctor le dijo que me llevara rápidamente a uno de los hospitales grandes y mejor equipados de Hong Kong, donde el doctor tendría un equipo de especialistas esperándome. Así que ésta era la primera vez que estaba en este sitio y la primera vez que iba a ser tratada por este equipo médico, en particular.

En el instante en que la oncóloga me vio, quedó visiblemente conmocionada.

“El corazón de su esposa puede que esté latiendo”, le dijo a Danny, “pero ella no está realmente ahí. Es demasiado tarde para salvarla.”

¿De quién está hablando el médico?, me pregunté, pues, ¡nunca me he sentido mejor en mi vida!

Y, ¿por qué mamá y Danny se ven tan asustados y preocupados? Mamá, por favor, ¡no llores!

¿Qué pasa? ¿Estás llorando por mí? ¡No llores! Estoy bien –de verdad, querida mamá, ¡estoy bien! Pensé que decía estas palabras en voz alta, pero nada salió de mi boca, no tenía voz.

Quería abrazar a mi madre, consolarla y decirle que yo estaba bien y no podía comprender porqué no podía hacerlo. ¿Por qué no estaba cooperando mi cuerpo físico? ¿Por qué yo sólo estaba ahí tendida, cuando lo único que quería hacer era abrazar a mi amado esposo y a mi querida madre para asegurarles que yo estaba bien y ya sin dolor?

Debido a la gravedad de la situación, la doctora llamó inmediatamente a un oncólogo especialista para que la apoyara. En este estado cercano a la muerte, yo estaba más lúcida que nunca de todo lo que estaba pasando a mi alrededor, mucho más de lo que alguna vez había estado en un estado físico normal. No estaba usando mis 5 sentidos biológicos ni mis órganos físicos; sin embargo, estaba entendiendo todo más claramente. Era como si otro tipo de percepción completamente diferente, entrara en mí y más que simplemente percibir, era como si yo abarcara todo lo que estaba pasando; como si estuviera lentamente fusionándome con todo.

El oncólogo especialista inmediatamente ordenó al equipo médico que me llevara al laboratorio de radiología para que me pudieran hacer una resonancia de cuerpo entero. Me di cuenta que mi cabeza estaba todavía levantada en un ángulo con almohadas, del mismo modo que estuvo en casa durante los últimos días. Esto se debía, tal como lo expliqué antes, a que mis pulmones estaban tan llenos de fluidos que si mi cabeza reposara completamente plana, me ahogaría con ellos.

Todavía estaba conectada al tanque de oxígeno portátil y cuando llegué al laboratorio de radiología, me quitaron la máscara del oxígeno, me levantaron y me pusieron en la máquina de Resonancia Magnética. En segundos empecé a ahogarme, tosiendo fuertemente.

“Por favor, ¡no le quiten el oxígeno! Ella no se puede acostar completamente. Por favor, ¡se está ahogando! ¡No puede respirar! Se va a morir si ustedes hacen esto”, oí que Danny le gritaba al equipo médico.

“Realmente necesitamos hacer esto” explicó uno de los radiólogos. “Por favor no se preocupe. La trataremos con mucho cuidado. Ella puede soportar cerca de 30 segundos sin oxígeno.”

El radiólogo me deslizaba fuera de la cápsula del equipo de resonancia magnética cada 30 o 40 segundos para ponerme la máscara de oxígeno, luego me la quitaba y me ponía nuevamente dentro de la máquina. Como resultado, el examen tomó mucho tiempo y cuando finalmente terminaron me enviaron a la Unidad de Cuidados Intensivos.

El equipo médico tomó todas las medidas que pudieron ante la insistencia de mi esposo para que no se rindieran conmigo. Mientras los minutos pasaban, yo permanecía en la unidad de cuidados intensivos donde me administraban diferentes tratamientos por medio de agujas y tubos mientras mi angustiada familia observaba.

Una cortina pesada se cerró alrededor de mi cama, separándome de los pacientes que estaban a mi lado. Danny y mi mamá permanecían afuera del cubículo creado por la cortina.

Me di cuenta que las enfermeras todavía estaban corriendo de un lado para otro, tratando de conectar mi cuerpo casi sin vida al sistema de oxígeno del hospital y al equipo intravenoso de glucosa y otros fluidos ya que yo estaba gravemente desnutrida. Había un monitor sobre mi cama al cual me estaban conectando para poder medir mi presión sanguínea y pulso cardíaco.

Introdujeron un tubo de alimentación por la nariz pasando por la parte de atrás de la garganta y dentro de mi estómago. El oxígeno ya fluía a través de un respirador. Tuvieron problema al insertar el tubo de la comida y deslizarlo por la tráquea, por lo cual me administraron algo para adormecer los músculos y poder hacerlo más fácilmente.

Yo sabía cuando alguien venía a verme, quién era y qué estaba haciendo. Aunque mis ojos físicos estaban cerrados, estaba muy lúcida de cada detalle minúsculo de lo que pasaba a mi alrededor y más allá. La agudeza de mi percepción era aún más intensa que si hubiera estado despierta usando mis sentidos físicos. Parecía que simplemente sabía y entendía todo -no sólo cuanto pasaba a mi alrededor, sino lo que todos estaban sintiendo, como si fuera capaz de ver y sentir a través de esa persona. Era capaz de sentir sus miedos, su desesperanza y su resignación por mi situación.

“Danny y mamá se ven tan tristes y asustados. Desearía que supieran que ya no tengo más dolor –desearía poder decírselos. Mamá, por favor, ¡no llores! ¡Estoy bien! Estoy aquí. ¡Aquí estoy contigo ahora!”.

Estaba completamente consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Aunque todo parecía estar pasando al mismo tiempo, en lo que enfocara mi atención, se aclaraba en ese momento.

“¡No puedo encontrar sus venas!”, uno de los enfermeros decía frenético al doctor encargado.

Había miedo en esa voz. “Se retrajeron por completo. ¡Ah, miren sus extremidades completamente descarnadas! Su cuerpo no ha estado absorbiendo nutrientes por mucho tiempo.”

Recuerdo claramente que era una voz masculina –un enfermero.

“Suena tan desvalido”, pensé. “Está a punto de darse por vencido conmigo y no lo culpo”.

“Sus pulmones están llenos de líquido. Se está ahogando en sus propios fluidos. Tendré que sacárselos para que al menos pueda empezar a respirar mejor.” El que hablaba ahora era el oncólogo especialista. Yo observaba mientras ellos trabajaban con gran dedicación sobre mi cuerpo inmóvil - una forma que parecía demasiado pequeña para contener lo que estaba sintiendo sobre mí misma, en ese momento.

Aunque el grupo médico se movía rápidamente y con urgencia, también podía sentir una especie de aceptación como si ellos entendieran el hecho de que era demasiado tarde para cambiar mi destino. Yo estaba en extremo consciente de cada detalle, pero no podía sentir nada físicamente –nada, excepto por la sensación de alivio y libertad que no había conocido antes.

“¡Qué maravilla, esto es increíble! ¡Me siento tan libre y tan ligera! ¿Qué está pasando? ¡Nunca me había sentido tan bien! Ya no hay más tubos, ni más silla de ruedas. ¡Me puedo mover por todo lado libremente sin ninguna ayuda! Y mi respiración ya no se me dificulta. ¡Cuán increíble es esto!”.

No sentía ningún lazo emocional con mi cuerpo casi sin vida que yacía en la cama del hospital. No sentía que fuera mío. Parecía demasiado pequeño e insignificante para haber alojado todo lo que yo estaba experimentando. ¡Me sentía suelta, liberada y magnificente! ¡Todo dolor, sufrimiento,
pena y tristeza habían desaparecido! Me sentía completamente desembarazada y no recordaba haberme sentido así jamás.

Era como si hubiera estado prisionera en mi propio cuerpo por los últimos 4 años mientras el cáncer devoraba mi forma física y, por fin, estaba siendo liberada. ¡Estaba saboreando la libertad por primera vez! Empecé a sentirme tan liviana y consciente que podía estar en cualquier sitio a cualquier hora… y no me parecía nada raro. Se sentía como algo normal, como si esta fuera la forma real de percibir las cosas. Ni siquiera me pareció extraño que estuviera consciente de que mi esposo y el doctor hablaran en ese momento en el pasillo, a unos 13 metros de la unidad de cuidados intensivos.

“No hay nada que podamos hacer por su esposa, Sr. Moorjani. Sus órganos ya dejaron de funcionar. Tiene tumores del tamaño de un limón por todo su sistema linfático desde la base de su cráneo hasta la parte inferior del abdomen. Su cerebro está lleno de líquido al igual que sus pulmones. Su piel ha desarrollado lesiones que supuran toxinas. Ella ni siquiera va a pasar de esta noche” le dijo el hombre a Danny. Yo nunca antes había visto a este doctor.

Observé como la cara de Danny cambiaba mostrando su angustia y quería gritarle: “Está bien, querido, yo estoy bien. Por favor no te preocupes. No escuches al doctor. ¡Lo que ellos dicen no es verdad!”. Pero no pude hacerlo. Nada salió de mí. Él no me podía oír.

“Yo no la quiero perder. No estoy listo para perderla”, dijo Danny.

Aunque no estaba apegada a mi cuerpo, sentí un profundo jalón en mis emociones hacia el drama que se estaba desarrollando alrededor de mi forma inerte. Más que nada yo quería aliviar a Danny del profundo desespero que estaba experimentando con la idea de perderme.

“Querido, ¿me puedes oír? Por favor, ¡escucha! ¡Quiero que sepas que yo estoy bien!”.

Tan pronto empecé a apegarme emocionalmente al drama que tenía lugar a mi alrededor, sentí que estaba siendo halada simultáneamente como si hubiera un cuadro más grande, un plan más grande desarrollándose. Pude sentir que mi apego cedía y empezaba a comprender que todo era perfecto y de acuerdo al plan.

Así como mis emociones estaban siendo retiradas de lo que me rodeaba, empecé a darme cuenta como continuaba expandiéndome para llenar cada espacio, hasta que ya no hubo separación entre todo lo demás y yo. Yo abarcaba -no, yo me volvía todas las cosas y todas las personas.

Estaba completamente consciente de cada una de las palabras de la conversación que tenía lugar entre mi familia y los doctores, aunque físicamente estaban a una buena distancia de mi cuarto.

Yo conocía la expresión asustada en la cara de mi esposo y podía sentir su miedo. Era como si en ese instante, yo me volviera él.

Simultáneamente y aunque yo no tenía ningún conocimiento previo, fui consciente de que mi hermano Anoop estaba en un avión a miles de kilómetros de distancia, ansioso de verme. Al verlo a él con su cara de preocupación, otra vez me sentí llevada al drama emocional del reino físico.

“Ah, ahí está Anoop. Está en un avión. ¿Por qué se ve tan angustiado? Parece que viene a Hong Kong a verme”.

Recuerdo sentir su urgencia para alcanzar a verme. Sentí un gran impulso emocional hacia él.

“Ay, pobre Anoop. Está preocupado por mí y quiere llegar aquí antes que yo muera. No te preocupes Anoop. Aquí estaré para ti. ¡No tienes que correr! Ya no tengo dolor, querido hermano”.

Quería alcanzarlo y darle un abrazo asegurándole que yo estaba bien. Y no podía entender por qué no podía lograrlo.

“¡Aquí estoy hermano!”.

Me acuerdo que sabía que no quería que mi cuerpo físico muriera antes de que él llegara. Estaba consciente de cómo lo haría sentir y no quería que pasara por eso.

Pero otra vez, el afecto por mi hermano empezó a tomar importancia y yo me sentía sobrecogida por no querer que él experimentara la pena de la muerte de su hermanita; me encontré siendo halada hacia afuera, simultáneamente. Cada vez que mis emociones manejaban la situación descubrí que me empezaba a expandir nuevamente y sentía la liberación de todo apego. Otra vez, estaba rodeada por el sentimiento tranquilizante de un entramado más grande desenvolviéndose, donde cada cosa estaba exactamente donde debía estar en el Gran Plan de las cosas.

Entre más hacia afuera me expandía, parecía menos extraño estar en este estado milagroso –de hecho, no era consciente de cuán extraordinario era esto. Todo me parecía perfectamente natural en ese momento. Seguía estando completamente lúcida de cada detalle, de cada procedimiento que me estaba siendo administrado, aunque en el mundo externo yo aparentaba estar en un coma.

Continuaba sintiendo que me expandía más y más hacia afuera, saliendo de lo que físicamente me rodeaba. Parecía como si ya no estuviera más restringida por los confines del tiempo y del espacio; continué extendiéndome a medida que alcanzaba una consciencia más expandida. Sentía liberación como nunca había sentido en mi vida física. Sólo puedo describirlo como una combinación de un sentimiento de gozo junto a una generosa llovizna de júbilo y felicidad. Al ser liberada de mi enfermedad y de mi cuerpo moribundo, se derivaba un sentimiento jubiloso de emancipación del dolor que mi enfermedad me había causado.

Al tiempo que continuaba sumergiéndome más profundo en el otro reino, expandiéndome hacia el exterior, convirtiéndome en todas las personas y todas las cosas, sentía cómo caían lentamente todos mis apegos y emociones hacia mis seres amados y hacia lo que me rodeaba. Lo que puedo describir como un espléndido y glorioso amor incondicional, me rodeaba, envolviéndome fuerte mientras yo continuaba dejándome llevar. El término amor incondicional realmente no le hace justicia al sentimiento, ya que esas palabras han sido demasiado usadas al punto de haber perdido su intensidad. Pero la batalla física que luché por tanto tiempo finalmente había soltado el fuerte lazo con que me tenía atada y estaba viviendo una hermosa experiencia de libertad.

No se sentía como que físicamente me hubiera ido a otro lugar; era algo más, como si hubiera despertado. Quizás, finalmente me estaba despertando de un mal sueño. ¡Mi alma finalmente estaba conociendo su verdadera magnificencia! Y haciéndolo, se expandía más allá de mi cuerpo y de este mundo físico. Se extendía más y más hacia afuera hasta que abarcaba no sólo esta existencia, sino que continuaba expandiéndose en el otro reino más allá del tiempo y el espacio y al mismo tiempo, los incluía.

Amor, felicidad, éxtasis y sobrecogimiento se derramaron sobre mí, me traspasaron y se sumergieron en mí. Yo estaba envuelta en más amor del que nunca supe que existía. Me sentía más libre y viva de lo que jamás había sido. Como lo describí, de repente tuve conocimiento de cosas que no eran físicamente posibles, como por ejemplo, las conversaciones del equipo médico y mi familia que se llevaban a cabo en un sitio apartado de mi cama del hospital.

Las sensaciones sobrecogedoras venían de un reino aparte y no hay palabras que puedan describirlas. El sentimiento de amor más completo, puro e incondicional no se parecía a nada que hubiera conocido antes. Sin calificación ni juico… sin discriminación… como sí yo no tuviera que hacer nada para merecerlo, ni justificarme para ganarlo.

Para mi gran sorpresa, fui consciente de la presencia de mi padre quien había muerto hacía 10 años y tuve una increíble sensación de comodidad al sentirlo conmigo.

“Papá, ¡estás aquí! ¡No puedo creerlo!”.

No estaba diciendo esas palabras, apenas las estaba pensando. De hecho se trataba como si estuviera sintiendo las emociones detrás de las palabras, ya que no había otra forma de comunicación en ese reino, sino a través de nuestras emociones.

“Si aquí estoy, mi amor, y siempre he estado aquí -para ti y para toda nuestra familia. Mi padre me comunicó. Otra vez, no había palabras, sólo emociones, pero yo entendía claramente.

Luego reconocí la esencia de mi mejor amiga Soni quien había muerto de cáncer hacía tres años.

Sentí lo que sólo puedo describir como excitación pues su presencia me envolvía como un abrazo caluroso y yo me sentía aliviada. Parecía saber que ellos habían estado cerca a mí por algún tiempo durante mi enfermedad, mucho antes que yo estuviera consciente de su presencia.

También estaba consciente de otros seres a mi alrededor; no los reconocí, pero sabía que me amaban mucho y me estaban protegiendo. Me di cuenta que ellos habían estado ahí todo el tiempo, rodeándome con tanto amor, aún cuando yo no estaba consciente de ello.

Para mí fue tremendamente reconfortante conectar con la esencia de Soni, ya que me había hecho mucha falta durante los años en que ya no estaba con nosotros. Lo único que sentí fue un amor incondicional, tanto de ella como para ella. Y luego, al instante de experimentarlo fue como si mi esencia se fusionara con la de Soni y yo me convirtiera en ella. Entendía que ella estaba aquí, allá y en todo lugar. Ella podía estar en todos los lugares en todos los momentos, para todos sus seres amados.

Aunque ya no estaba usando mis cinco sentidos físicos, tenía una percepción ilimitada, como si un nuevo sentido estuviera disponible, uno que era más especializado que cualquiera de nuestras facultades normales. Tenía una visión periférica de 360 grados con total consciencia de todo lo que me rodeaba. Y tan increíble como pueda parecer, todavía lo sentía como algo casi normal.

Ahora, el estar en un cuerpo me parecía como estar confinada.

El tiempo se sentía diferente en ese reino también, sentía todos los momentos simultáneamente.

Estaba consciente de todo lo relacionado conmigo –pasado, presente y futuro simultáneamente.

Estaba consciente de lo que parecían vidas simultáneas actuando. Parecía que tuviera un hermano menor en una encarnación y yo lo protegía. Pero sabía que la esencia de ese hermano era la misma de Anoop, sólo que en esa existencia, él era menor que yo. Esta vida que ahora estaba percibiendo como Anoop parecía llevarse a cabo en un lugar rural subdesarrollado, en un tiempo y lugar que no podía identificar. Vivíamos en una cabaña de barro escasamente amoblada y yo cuidaba de Anoop mientras nuestros padres salían a trabajar al campo.

Estaba experimentando las sensaciones asociadas con ser la hermana mayor protectora, asegurándome que hubiera suficiente comida para los dos y que estuviéramos a salvo de cualquier elemento externo indeseable; pero en realidad no se sentía que fuera una vida pasada. Aunque la escena pareciera del pasado en ese reino, era como si estuviera pasando en este momento, aquí y ahora.

En otras palabras, el tiempo no corre linealmente del modo que lo experimentamos aquí. Es como si nuestras mentes terrestres convirtieran lo que pasa en torno a nosotros en una secuencia, pero en la realidad, cuando no nos expresamos a través de nuestros cuerpos, todo pasa simultáneamente: pasado, presente y futuro.

Aunque podía percibir todos los puntos del tiempo simultáneamente debido a la atmósfera de claridad en ese reino, tratar de recordarlo y escribirlo es confuso. La secuencia no es tan obvia cuando no hay tiempo lineal y tratar de explicarlo, suena torpe.

Parecía que nuestros cinco sentidos nos limitaran a enfocarnos solamente en un punto en el tiempo en un momento dado y nosotros los amarramos para crear la ilusión de una realidad lineal.

Nuestra fisicalidad también limita nuestra percepción del espacio a nuestro alrededor, confinándonos únicamente a lo que nuestros ojos ven y nuestros oídos oyen o a lo que podemos tocar, oler o probar. Sin embargo, sin las limitaciones de mi cuerpo, yo tomaba todos los puntos del tiempo y del espacio que se relacionaban conmigo, todo a la vez.

Mi consciencia agrandada en ese reino expandido era indescriptible, a pesar de todos mis esfuerzos para explicarlo. La claridad era extraordinaria.

¡El universo tiene sentido!, me di cuenta. Finalmente lo entiendo. ¡Ya sé porque tengo cáncer!

Estaba demasiado metida en el asombro de ese momento para permanecer únicamente en su causa, (pronto lo examinaré, en detalle). También parecía comprender, en primer lugar, por qué había venido a esta vida –supe mi verdadero propósito.

¿Por qué de repente entiendo todo esto?, quería saber. ¿Quién me está dando esta información? ¿Es Dios? Krishna? Buddha? ¿Jesús? ¡Estaba sobrecogida al saber que Dios no es un ser, sino un Estado de Ser… y ahora yo estaba siendo ese estado de Ser!

Vi mi vida entretejiéndose muy intrincadamente en cada cosa que había conocido hasta ese punto. Mi experiencia era como un sólo hilo tejiéndose en un tapiz infinito de imágenes inmensas, coloridas y complejas. Todos los demás hilos y colores representaban mis relaciones, incluyendo cada vida que había tocado. Había hilos representando a mi madre, padre, hermano, esposo y cada una de las personas que en algún momento entraron en mi vida, independientemente de que se hubieran relacionado conmigo de forma positiva o negativa. ¡Ah, inclusive había un hilo para Billy, quien fue muy cruel conmigo cuando era niña!

Cada uno de los encuentros estaba entretejido para crear la tela que era la suma de mi vida, hasta este punto. Puede que yo haya sido sólo un hilo, sin embargo era parte integral del cuadro completo.

Viendo esto, entendí que me debía a mí misma, a todos los que conocí y a la vida misma: soy una expresión de mi esencia propia y única. Tratar de ser algo o alguien distinto no me hacía mejor -simplemente me privaba de mi verdadero ser y no permitía que otros me experimentaran como yo era y me privaba de interactuar auténticamente con ellos. El no ser auténtica, también privaba al universo de mi propio ser y de lo que vine a expresar aquí.

En ese estado de total claridad, entendía también que no soy quien siempre pensé que era: aquí estoy, sin mi cuerpo, raza, cultura, religión o credo… sin embargo, continúo existiendo. Entonces, ¿qué soy yo? ¿Quién soy yo? Claramente, no me siento de ningún modo reducida o empequeñecida. Al contrario, nunca he sido tan inmensa, tan poderosa o tan abarcante. ¡Ah, nunca antes me había sentido así!

Estaba ahí, sin mi cuerpo ni ninguno de mis rasgos físicos y aún mi esencia pura continuaba existiendo, sin que fuera apenas un elemento reducido de mi ser completo. Me sentía mucho más grandiosa, intensa y expansiva que mi ser físico –de hecho, era magnificente. Me sentía eterna, como si siempre hubiera existido y siempre fuera a existir, sin principio ni final. ¡Era plena con el conocimiento de ser sencillamente magnífica! ¿Cómo no me había dado cuenta de esto antes?, me pregunté.

Mientras miraba el gran tapiz que era la acumulación de mi vida hasta ese punto, podía identificar exactamente lo que me había traído hasta donde estaba hoy.

Simplemente observé el camino de mi vida. ¿Ah, por qué he sido tan dura conmigo misma? ¿Por qué siempre me he maltratado tanto? ¿Por qué siempre he renunciado a mí misma? ¿Por qué nunca me defendí y le mostré al mundo la belleza de mi propia alma?

¿Por qué he escondido siempre mi propia inteligencia y creatividad para darle gusto a otros? ¡Me traicioné a mí misma cada vez que decía sí cuando quería decir no! ¿Por qué me he traicionado al buscar siempre la aprobación de los demás sólo para poder ser yo? ¿Por qué no he seguido mi propio y hermoso corazón ni he hablado mi propia verdad?

¿Por qué no nos damos cuenta de esto cuando estamos en nuestros cuerpos físicos? ¿Por qué nunca supe que no deberíamos ser tan duros con nosotros mismos?

Todavía me sentía completamente envuelta en un mar de amor incondicional y aceptación. Era capaz de mirarme a mí misma con nuevos ojos y vi que era un Ser del Universo hermoso. Entendí que sólo por el hecho de existir, me hacía merecedora a este tierno cuidado, en lugar de ser juzgada. No tenía que hacer nada específico; merecía ser amada, nada más y nada menos que sólo por el hecho de existir.

Darme cuenta de esto fue una sorpresa para mí, porque siempre pensé que necesitaba trabajar para ser amada. Creía que de alguna manera tenía que hacerme merecedora y digna de ser querida; así que era increíble entender que este no era el caso. Soy amada incondicionalmente, sencillamente por el hecho de existir.

Me transformaba en una claridad inimaginable mientras comprendía que esta esencia expandida y magnificente realmente era yo. Era la verdad de mi ser. El entendimiento era tan claro: estaba mirando a un nuevo paradigma del ser, volviéndome la luz cristalina de mi propia consciencia.

Nada interfería con el fluir glorioso y la sorprendente belleza de lo que estaba sucediendo.

Fui consciente que todos estamos conectados. Esto no era solamente respecto a cada persona y criatura viviente; la unificación entretejida parecía como si fuera expandida hacia afuera para incluir a todo en el universo -cada ser humano, animal, planta, insecto, montaña, mar, objetos inanimados y hasta el cosmos mismo. Entendí que el universo entero está vivo e infundido con consciencia que abarca toda la vida y la naturaleza. Cada cosa pertenece a un TODO infinito. Yo estaba intrincada e inseparablemente ligada a toda la vida. Somos todos facetas de esa unidad – somos todos UNO y cada uno de nosotros afecta el TODO colectivo.

Supe que el propósito de la vida de Danny estaba ligado íntimamente al mío y que si yo moría, él me seguiría rápidamente; pero entendí que aunque esto pasara, todo seguiría siendo perfecto en el cuadro mayor.

También entendí que el cáncer no era ningún castigo por algo que hubiera hecho mal, ni que estuviera experimentando un karma negativo como resultado de alguno de mis actos, de acuerdo con lo que creía antes. Era como si cada momento tuviera posibilidades infinitas y allí adonde yo estaba en ese punto en el tiempo, era la culminación de cada decisión, cada escogencia y cada pensamiento de mi vida entera. Todos mis miedos y mi gran poder se manifestaron como esta enfermedad.
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PARTE II - MI VIAJE HACIA LA MUERTE… Y DE REGRESO
CAPÍTULO 7: DEJANDO EL MUNDO ATRÁS
Extracto del Libro: “MUERO POR SER YO” de ANITA MOORJANI (Mar/2012)
Traducción libre y gratuita al español de mi esposo y revisión mía (Sep/2012)

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