No se trata de un silencio para un grupo de días, sino de un silencio que abrace la vida entera, por eso, el silencio de cada día, el pan de cada día dánosle hoy.
Es posible que en la vida haya horas que son como una noche; a veces la noche es bien espesa, bien oscura, pero si tu mirada está atenta, si tu mirada es limpia, posiblemente te des cuenta de que alguna estrella brilla en el cielo para ti y te manda algún mensaje, pero es imprescindible estar bien atentos.
En la hora del alba, en la hora del amanecer, si tu mirada está atenta, te darás cuenta de que la luz que besa la creación, también besa tu alma, y es una luz nueva, es una luz que nunca ha sido, es una luz inmaculada, virgen, una luz que te invita a que te apuntes a la vida, a este fluir; que no vivas en el pasado, que no te dejes perseguir por el pasado, que acojas la vida nueva, en esa luz nueva, en ese alba nueva, en esa alborada, en ese amanecer.
Todo nos invita a vivir, también la luz.
En las estaciones de la vida a veces hay horas de cansancio, hay horas de fatiga, hay horas que son como de bochorno. Si tu mirada está atenta, posiblemente te des cuenta de que algún pájaro canta para ti y te dedica su canción, te regala su melodía. Pero es imprescindible estar bien atentos.
El pan nuestro, el silencio de cada día, dánosle hoy.
EL SILENCIO DE CADA DÍA, DÁNOSLE HOY, por José Fernández Moratiel.
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