El amor no tiene nada que ver con otra persona. Es lo más cercano a ti.
El amor es electricidad, es crudo, salvaje, incontenible. Es lo que tú eres.
El amor no se divide a sí mismo entre el amante y lo amado, porque eso implicaría dos.
El amor no anhela ningún 'amante perfecto', porque ¿quién sentiría ese anhelo?
El amor es previo a la imaginación de la separación, previo al impulso de querer poseer o contener.
El amor llega mucho antes de lograr, obtener, luchar por y necesitar a otro para completarse.
El amor no intenta hacerse digno de amor.
En verdad, yo no puedo amarte a ti. Tú no puedes darme amor, ni tampoco puedes retirármelo.
Yo no puedo buscar amor, ni tampoco retenerlo. Tampoco podría perder este amor universal que mueve a las estrellas, que transforma el suelo, que nos acoge a todos en su infinito abrazo, que no conoce la muerte.
En el lugar en donde alguna vez imaginamos la separación, en el sitio más oscuro, encontramos una absoluta intimidad con la vida, una inefable cercanía con cada aliento, sensación, sentimiento, con cada ser - amigo, amante, extraño, hermano, hermana - que entra en el campo. Cada duda, cada momento de tristeza, cada oleada de miedo, tiene un hogar aquí.
No hay soledad cuando eres la tierra.
Yo no puedo amarte a ti, amigo, porque yo soy lo que tú eres, y somos demasiado íntimos como para dividirnos.
Anterior al tiempo, mucho antes que el espacio, nos encontramos, en la ausencia del mundo.
Dos no pueden convertirse en uno, si nunca hubo dos.
Entra en mi corazón, el espacio es infinito.
No hay nada que buscar, aquí en la inmensidad.
- Jeff Foster
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