LOS FRUTOS DE LA INFELICIDAD .....La tristeza tiene muchas cosas que ofrecerte que la felicidad no puede dar. De hecho, la felicidad te quita muchas cosas. La felicidad te quita todo lo que alguna vez has tenido, todo lo que alguna vez has sido; la felicidad te destruye.
La tristeza nutre tu ego, y la felicidad es básicamente un estado de ausencia de ego. Ese es el problema, el quid del problema. Por eso la gente encuentra tan difícil ser feliz.
Es por ello que millones de personas en el mundo tienen que vivir en la miseria… que han decidido vivir en la miseria. Eso te da un ego muy, muy cristalizado. Estando triste, tú eres. Siendo feliz, no eres. En la tristeza te cristalizas; en la felicidad te vuelves difuso.
Si esto se entiende entonces las cosas se vuelven muy claras. La tristeza te hace especial. La felicidad es un fenómeno universal, no hay nada especial acerca de ella. Los árboles son felices y los animales son felices y los pájaros son felices. Toda la existencia es feliz, a excepción del hombre. Al ser desdichado, el hombre se vuelve muy especial, extraordinario.
La tristeza te hace capaz de atraer la atención de la gente. Siempre que estás triste, la gente te atiende, simpatiza contigo, te muestra amor. Todo el mundo comienza a cuidarte. ¿Quién puede herir a una persona desdichada? ¿Quién puede estar celoso de una persona desdichada? ¿Quién puede contradecir a una persona desdichada? ¡Hacerlo sería demasiado cruel!
A la persona desdichada se le atiende, se le ama, se le cuida. La tristeza se convierte en una gran inversión. Si la esposa no es desdichada el marido simplemente tiende a olvidarla. Si ella está triste el marido no puede permitirse el lujo de descuidarla. Si el marido es desdichado toda la familia, la mujer, los hijos, están a su alrededor, preocupados por él; esto da un gran consuelo. Uno siente que no está solo, que tiene una familia, amigos.
Cuando estás enfermo, deprimido, triste, los amigos vienen a verte, a consolarte. Cuando eres feliz, los mismos amigos se ponen celosos de ti. Cuando eres realmente feliz, te darás cuenta de que todo el mundo se ha vuelto en tu contra.
A nadie le agrada una persona feliz, porque la persona feliz ofende el ego de los demás.
Los otros comienzan a sentir que “Tú has alcanzado la felicidad, mientras que nosotros nos arrastramos todavía en la oscuridad, en la miseria y en el infierno.” ¡Cómo te atreves a ser feliz cuando todos nosotros nos encontramos en semejante miseria!
Naturalmente el mundo está hecho de gente desdichada, y nadie es lo suficientemente valiente como para permitir que todo el mundo esté en su contra; es demasiado peligroso, demasiado arriesgado. Es mejor aferrarse a la miseria, pues sigues siendo parte de la multitud. Feliz, eres un individuo; desdichado, eres parte de una multitud: hindú, musulmana, cristiana, india, árabe, japonesa.
¿Feliz? ¿Sabes qué es la felicidad? ¿Es acaso hindú, cristiana, musulmana?
La felicidad es simplemente felicidad. Uno es transportado a otro mundo. Uno deja de ser parte del mundo que la mente humana ha creado, uno deja de ser parte del pasado, de la fea historia. Uno deja por completo de ser parte del tiempo. Cuando eres realmente feliz, dichoso, el tiempo desaparece, el espacio desaparece.
Albert Einstein ha dicho que en el pasado los científicos solían pensar que existían dos realidades: espacio y tiempo. Pero él afirmó que estas dos realidades no son dos; son dos caras de la misma realidad única. De ahí que acuñara la palabra espacio/tiempo como un único término. El tiempo no es más que la cuarta dimensión del espacio.
Einstein no era un místico, de haberlo sido hubiera introducido también la tercera realidad la trascendental, ni espacio ni tiempo. Ésta también se encuentra ahí, yo la llamo el testigo. Y una vez que estas tres están allí, tienes a la trinidad entera. Tienes el concepto entero de trimurti, las tres caras de lo divino. Entonces cuentas con todas las cuatro dimensiones. La realidad es tetra-dimensional: tres dimensiones del espacio, y la cuarta dimensión del tiempo.
Pero hay algo más, que no puede ser llamado la quinta dimensión, porque no es la quinta en realidad, sino que es el todo, lo trascendental.
Cuando eres dichoso comienzas a adentrarte en lo trascendental. No es social, no es tradicional, no tiene que ver para nada con la mente humana.
(Osho, The Book of Wisdom). —
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