SUENA EL TELÉFONO…. Este timbre inesperado nos puede importunar. Tenemos varias posibilidades para quitarnos de encima esta molestia: coger el teléfono, cortar el cable o asestar un mazazo al aparato, o bien marcharnos a otra habitación. No obstante, aunque este timbre nos moleste, no se produce de manera espontánea. Jamás se ha visto que un teléfono haya decidido ponerse a sonar por su cuenta.
Alguien o algo, en alguna parte, intenta comunicarse con nosotros. Alguien está pensando en nosotros, quizá nos necesita o nos quiere decir algo, comunicarnos una información. El timbre no es más que la manifestación de otra cosa, la expresión de otra realidad que en este momento no conocemos todavía.
Todo síntoma, toda enfermedad, se puede comparar con este timbre de teléfono. El órgano, el cuerpo, no suena por sí mismo. El síntoma no aparece por iniciativa propia, sino que debemos considerarlo una reacción ante otro proceso.
Alguien nos está llamando, y podemos optar por coger el teléfono o por romperlo... Del mismo modo, podemos machacarnos el cuerpo, cortarnos los nervios, amputarnos un órgano o quitarnos una parte del cerebro, tomar medicamentos o modificarnos los órganos quirúrgicamente.... pero también podemos coger el teléfono, lo que equivale a aceptar ponemos en contacto con ese inconsciente que se manifiesta, que pretende comunicarse con nosotros a través del síntoma. Lo que propone la Descodificación Biológica de las Enfermedades es esta actividad, esta apertura y esta escucha.
La idea general de la Descodificación biológica de las Enfermedades es que todo síntoma es, en primer lugar, un mensaje, una información, y en segundo lugar una solución.
Esta última afirmación, que ilustraré con algunos ejemplos, implica que un cambio de orden físico (interior) es una respuesta a un cambio de situación (exterior).
Cuando llegan los alimentos a nuestro estómago, este empieza a segregar ácido clorhídrico. Se trata de una solución del organismo, de su solución habitual a la labor de la digestión, y no de un problema.
Si nos hemos comido un yogur, el estómago producirá poco ácido. Pero si nos hemos comido un plato de judías con carne, la solución consistirá, evidentemente, en segregar más ácido. Y si hay espinas de pescado, produciremos más mucosa, a veces un pólipo del estómago con el fin de producir más ácido todavía y digerir así este elemento.
Ahora bien, si no hacemos caso a nuestro cuerpo ni a sus reacciones biológicas y nos mantenemos expuestos al sol demasiado tiempo, está claro que podemos quemarnos. Toda enfermedad, todo síntoma, responde a una que yo llamaría intención positiva, que debemos aprender a descubrir. Un síntoma es una solución de adaptación a un hecho
NUEVAS DEFINICIONES DE ENFERMEDAD
REACCIÓN DE ADAPTACIÓN VITAL
TODO ES REACCIÓN de adaptación vital. El síntoma es una reacción a una acción que se suele pasar por alto. Una parte de nuestro cuerpo se adapta a un cambio, sencillamente. Cuando a alguien le da una insolación, estamos presenciando una reacción del organismo. Cuando vemos que alguien vomita, lo que vemos también es una reacción. Lo mismo puede decirse de todos los síntomas, Voy a ilustrar este primer principio por medio de un nuevo ejemplo, Cuando una persona produce un exceso de pulmón (un tumor, por ejemplo), debemos preguntarnos cuál puede ser el sentido de este síntoma.
Dicho de otro modo, ¿qué utilidad puede tener para esta persona, en términos de «intención positiva», disponer de una masa pulmonar mayor? Preguntémonos ahora por la función biológica del órgano. En el caso del pulmón se trata, evidentemente, de recibir oxígeno y de realizar intercambios de gases. Si esta persona se encuentra en un entorno pobre en oxígeno, el hecho de desarrollar una masa pulmonar mayor le permitirá recibir la dosis de oxígeno que necesita. Por tanto, este exceso de pulmón tiene básicamente algo de positivo.
Si esta persona se encuentra a gran altura o donde el aire es pobre en oxígeno, su organismo elaborará más glóbulos rojos. Es otra solución perfectamente adaptada para permitirle vivir o sobrevivir.
Este principio se cumple en todos los síntomas, ya se trate de un nodulo en el hígado, que permitirá almacenar más glucógeno sí tenemos un problema: la carencia de alimentos (o de temor a dicha carencia)
EVITAR EL ESTRÉS
El síntoma es, en efecto, una reacción del organismo que sobreviene dentro de la perspectiva de evitar el estrés. En el último ejemplo citado, el estrés procedía de la necesidad de correr en dos direcciones opuestas. Si estamos paralizados, ya no nos encontramos ante esta indecisión, ante este dilema cuya solución imposible nos producía un estrés insoportable. Si nos han insultado y sufrimos después una pérdida de audición, el síntoma nos permite dejar de estar en contacto con esa fuente concreta de estrés que es la audición. Si nos han faltado los alimentos y desarrollamos un nodulo en el hígado, este nos permite dejar de estar expuestos de manera constante a ese estrés del miedo a la falta de alimentos.
La enfermedad, el síntoma, es, por tanto, un procedimiento biológico que tiende a alejarnos del estrés; o, más exactamente, a aliviarnos del contacto consciente y permanente con un estrés determinado.
La solución de adaptación del cuerpo consiste en enterrar en el inconsciente, lo más hondo posible, el problema que no hemos podido arreglar, superar o solucionar. Así, el problema queda relegado, reprimido, de un modo que nos permite seguir funcionando.
En el inconsciente biológico, un órgano codificará el problema y se hará cargo de él. De este modo, el estrés general se convierte en un estrés local, completamente inconsciente.
Jacques Salomé cuenta una anécdota significativa en este sentido. Preguntó a una mujer que había acudido a su consulta:
-¿Ha tenido usted algún aborto?
-No! —respondió ella.
-¿Cuántas veces?
- Tres
Conscientemente, ella no ha abortado.
OTRO CASO
Un hombre se presenta en mi consulta con cáncer de pulmón. Le pregunto si ha sentido miedo intenso a la muerte, ya que el pulmón es el órgano asociado a este sentimiento concreto. El hombre, movilizando inconscientemente sus defensas, me responde, un poco irritado; «No, en absoluto». Yo le recomiendo que guarde la calma y le doy cita para el mes siguiente. En esta segunda consulta, me cuenta:
—Me ha vuelto a la cabeza una cosa. No había caído en ella en un primer momento. Lo del miedo a la muerte, me ha recordado algo. Fue mucho antes de mí problema de salud. Puede que se trate de eso. Pero lo había olvidado por completo...
Me cuenta entonces un accidente de coche que había vivido de niño. La familia sale de vacaciones; todos están muy contentos, con prisa por llegar; el padre conduce deprisa, muy deprisa. En pleno campo, llega otro coche de frente y choca con ellos. El niño va en el asiento trasero. Recibe una sacudida fuerte, pero consigue salir del coche. El padre, la madre y la hermana quedan inconscientes. Hay sangre por todas partes. Se dirige al otro vehículo para pedir ayuda. Sus ocupantes han muerto en el acto. Busca entonces una casa para pedir auxilio, pero no hay ninguna. Tendrá que recorrer kilómetros interminables a píe, dejando a sus padres entre la sangre. Se pone en camino sin saber si volverá a encontrarlos...
Sólo he descrito el contexto. Bien podemos imaginarnos la intensidad de los sentimientos de este niño respecto de la muerte. A pesar de la gravedad de los hechos, me dijo con toda la naturalidad del mundo:
—Verdaderamente, tuve miedo de que murieran. Pero se me había olvidado.
Así pues, el hecho había sido dado de lado. Era un miedo tan insoportable qu lo había enterrado en su inconsciente, y después lo había codificado biológicamente en los pulmones.
Una parte del cuerpo, del cerebro, del inconsciente, se hace cargo del problema, para quitárselo de encima al resto del cuerpo y para que la persona pueda seguir viviendo y funcionando.
EL SÍNTOMA ES UN EXCESO O UNA FALTA DE LA NORMA FISIOLÓGICA
El síntoma no es más que un exceso o una carencia de la norma fisiológica. No existe ninguna enfermedad que haga aparecer en el cuerpo humano un órgano nuevo o desconocido. Cuando una persona tiene un tumor en un hueso, simplemente tiene más hueso. Cuando alguien tiene acúfenos, oye sonidos, más sonidos. O bien, a la inversa, el síntoma funciona por defecto: la persona sufre pérdida de audición, se vuelve miope o se descalcifica. La enfermedad es una reacción excesiva que se lleva a cabo con el fin de sobrevivir. Esta reacción surge siempre en un contexto preciso, ante una situación o un entorno particular, y responde a determinadas características reconocibles que trataremos más adelante.
Es la solución que encuentra el cuerpo para otorgarse a sí mismo una mayor posibilidad de adaptación y de supervivencia.
Christian Flèche
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