espiritualidad en la vida práctica
A través de la espiritualidad expresamos lo que realmente somos. Esta dimensión la hemos olvidado hace mucho tiempo, pero es solo en ella donde podemos experimentar cambio y verdadero desarrollo. Necesita otra manera de percepción que no es posible experimentar con nuestros sentidos físicos, por eso es que fácilmente la olvidamos.
Sin embargo, cuando ocurren esos cambios profundos en nosotros, estos se reflejan instantáneamente en esta dimensión. Tal dimensión es completamente positiva. Y, a medida que crece, crea un ambiente a nuestro alrededor y podemos entonces, compartirlo con otros. Quien entra en relación con nosotros comienza a experimentar que emanamos tranquilidad, paz, alegría, una actitud amorosa y de estar mas allá de las situaciones limitadas.
Desarrollar esta dimensión requiere de la totalidad de nuestra persona, del completo esfuerzo personal hay una expresión que dice así: "de la fuerza de nuestras 20 uñas". Exige un equilibrio interno total que se ve reflejado igualmente en un equilibrio externo. Y es que lo que pensamos, lo que deseamos, nuestras acciones, nuestras relaciones, todas deben estar dirigidas en una sola dirección, originando así el equilibrio completo en el ser.
Como primer paso debo entonces reflexionar profundamente acerca de: ¿cuál es el objetivo de estar aquí? ¿Cuál es mi rol principal, la misión que debo cumplir como persona, como ser? Una vez identificado ese objetivo también aparece el camino que debemos seguir.
Pero si mis pensamientos están orientados en una dirección, mi sentir o desear en otra, mis acciones en otra, mis relaciones en otra, esto causa tal contradicción y desequilibrio interno hasta el punto que pierdo el control y orientación de mi vida. De esta manera no puedo expresar esa dimensión espiritual, no logramos la experiencia total y genuina de lo que somos.
Esta misión o propósito permite alinear nuestro ser, al descubrir nuestro rol fundamental en la vida. De esta manera logramos orientar esfuerzos aprovechando al máximo recursos y capacidades personales. Se hace necesario entonces explorar, profundizar para ir experimentando esa dimensión espiritual que trae el equilibrio y la claridad a mi vida y al verme, todos los que me rodean seguramente desearán acompañarme por ese camino claro, me brindarán su apoyo facilitando cada vez más mi progreso y realización. Por medio de la espiritualidad nos expresamos libremente, tal como soy, sin prevenciones, temores o miedos. Así que traigo frescor, serenidad a mis relaciones originando en ellas alegría y felicidad. Otro paso para descubrir y experimentar esta dimensión espiritual crear un estado de silencio interno, un silencio activo en el cual soy capaz de observarme, de apreciarme. Ese silencio es el sentido que nos permite percibir nuestra dimensión espiritual.
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Ricardo Zúñiga
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