lunes, 28 de julio de 2014

ADICCIONES

Probablemente sea verdad que nadie se hace adicto a nada intencionadamente. Un cigarrillo, una copa o una droga pueden resultar, al principio, desagradables e incluso repugnantes. Muchos adictos cuentan que detestaron su primera experiencia con las drogas pero que querían simplemente experimentar, flirtear con el peligro, o encajar en el grupo o sentirse incluidos. Algunos, después de este primer experimento, empiezan a consumir la sustancia ( o a utilizar el objeto o a la persona, o a vivir la experiencia) con más regularidad. Y como su organismo se hace cada vez más tolerante a ella, necesitan una cantidad cada vez mayor para obtener el efecto deseado. En casos extremos, la necesidad de una droga puede hacerse devastadora y quitarle la vida a esa persona, destruir su carrera profesional, sus relaciones y su salud.
No creo que ni los psiquiatras, ni los psicólogos, ni los sociólogos, ni ninguna otra rama de investigadores hayan llegado realmente hasta el fondo de por qué algunas personas se hacen adictas y otras no. Hay muchas teorías sobre la adicción, pero no se sabe mucho de sus causas últimas. Por ejemplo, muchísima gente ingiere alcohol en este mundo, y sin embargo son pocas las personas que beben mucho, y todavía menos las que se hacen adictas al alcohol. ¿Por qué unas se hacen adictas y otras no? La literatura sugiere que hay factores de riesgo asociados a la adicción –tales como maltrato o la negligencia sufridos durante la infancia, enfermedades mentales, la pobreza, el estrés o la falta de estudios- y se dice que puede haber en ella un componente genético, que la adicción puede ser hereditaria, que hay personas que sencillamente tienen una predisposición a hacerse adictas a algo sin que puedan hacer mucho para remediarlo. Mucha gente considera que la adicción es una enfermedad o una disfunción cerebral, y hay quienes llegan a asegurar que es algo de lo que uno nunca se libra definitivamente, y que no queda más remedio que aprender a vivir con ella toda la vida. Una vez que uno se hace adicto, es adicto para siempre, afirman. En algunos casos, la adicción define realmente quién es alguien. Hay personas que se aferran con fuera a la imagen de adictas que tienen de sí mismas.
No quiero decir que nadie esté equivocado. Solo deseo que profundices más de lo que quizás hayas profundizado nunca.
Veamos, antes de seguir adelante, quiero dejar algo claro: no estoy sugiriendo que, si te consideras un adicto, dejes de hacer de inmediato todo lo que estés haciendo para sanarte de esa adicción. Únicamente quiero presentar una perspectiva de las cosas distinta, y no pretendo que esta perspectiva reemplace lo que estés haciendo ahora. No quiero animar a nadie a que deje de asistir a la clínica o al grupo de rehabilitación, la terapia o el programa de los doce pasos. Sigue haciendo lo que estés haciendo, si funciona; pero quizá el hecho de mirar desde otro punto de vista qué es lo que ocurre en lo más hondo te permita descubrir una libertad que el programa que sigues actualmente no te esté dando
Jeff Foster

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