martes, 20 de marzo de 2012

LA SANACION , SOLO CON AMOR

La Sanación, Sólo con Amor

A finales de los ochenta hicimos una investigación para saber si los
sanadores tenían algo en común. Visitamos a muchos sanadores, muchos
de los cuales usaban diferentes técnicas. Todas las formas de sanación
actuales estuvieron presentes. Impositores de manos, cirujanos psíquicos,
maestros reiki, sanadores pránicos, hombres y mujeres de medicina,
chamanes, practicantes de magia, psicoterapeutas y algunos más.
Estudiamos las energías emanadas por sus cuerpos y encontramos que
tenían una onda sinusoidal casi idéntica, el mismo patrón de tres ondas
hacia arriba y una hacia abajo que se repetía continuamente, y la fuente
de este patrón estaba localizada en el chakra universal del corazón.
Esto es muy interesante desde el punto de vista geométrico, porque la
longitud del tubo de respiración (pránico) hacia arriba y hacia abajo en
ellos, era exactamente una parte masculina por tres partes femeninas.
Este era el aspecto similar en todos los sanadores, por lo menos cuando
estaban sanando. Ellos estaban centrados en el chakra Crístico justo encima
del esternón cuando estaban sanando, i el chakra primario del amor
incondicional universal!
A partir de esta investigación y otras experiencias que he tenido, creo
ahora que independientemente de la(s) técnica (s) de sanación que una
persona use, éstas son de menor importancia. La técnica simplemente le
da al sanador una estructura para que la mente de esa persona se enfoque,
pero la verdadera sanación viene del amor que el sanador está dando a la
persona que está siendo sanada. El amor del sanador hacia esa persona
sana, no su conocimiento. Entonces hablar de sanación sin hablar de amor
siempre evadirá la verdad.
Sanar gente, sanar poblaciones, o sanar todo el planeta es todo lo mismo.
La única diferencia es simplemente un mayor grado de amor.

La mente tiene el conocimiento para manipular la materia, pero el amor
tiene el poder no sólo de manipular la materia, sino de crear sin esfuerzo
algo material de la nada. No importa cuál sea el problema que se necesite
sanar, el amor siempre consigue una forma. Eí verdadero amor no tiene límites.
¿Cuál es el velo que nos mantiene ciegos para ver y vivir esta verdad?
Es el patrón de creencia que sostenemos lo que nos limita. Lo que creemos
verdadero es siempre nuestra limitación. Si nuestros médicos nos dicen
que determinada enfermedad es incurable y les creemos, no nos podemos
sanar. Estamos congelados en esa creencia. Debemos soltar este
pensamiento aunque signifique vivir en gran dolor e incomodidad por el
resto de nuestra vida. Sólo un milagro, algo mucho más grande que nosotros
mismos, puede sobreponerse a una creencia congelada. Entonces está fuera
de nuestra mente poder lograr una curación. Cuando nuestras mentes
están en control y no nuestros corazones, casi siempre vamos a sufrir.
Déjenme contarles una historia verdadera acerca de una mujer que
triunfó sobre su mente y sus patrones de creencias. Su nombre es Doris
Davison.
Doris contrajo polio y estuvo en una silla de ruedas por unos doce
años, antes de que yo la conociera. Su médico le había dicho que no iba
a poder caminar nunca más, y ella se había resignado a este "hecho". Ella
vivía sola con su hijo, el cual sacrificaba su vida para cuidarla.
Un día ella empezó a leer un libro de Katrina Raphaell sobre cómo
curarse con cristales. Ella se entusiasmó mucho con las palabras de
Katrina, que hablaban de cómo cualquiera y todas las enfermedades eran
curables. A través de las palabras de Katrina a ella se le abrió una nueva
esperanza, por primera vez en muchos años. Ella llamó a Katrina para
pedirle consejo, pero por cualquiera que sea la razón Katrina le dijo que
me llamara a mí.
Cuando Doris me llamó y me pidió ayuda, yo le dije que tenía que
pedir permiso antes de que pudiera ayudarla y que la llamaría después.
(Luego hablaremos de la importancia de pedir permiso más adelante en
este capítulo). Yo hablé con los ángeles y todos los canales se abrieron
para que esta sanación se diera. Ellos me dijeron que no practicara ninguno
de los trabajos de sanación que normalmente suelo hacer, sino que trabajara
sólo con su sistema de creencias. Dijeron que tan pronto como ella pensara
realmente que era posible curarse, ella lo haría sola.
Entonces la llamé y lo único que hicimos fue charlar. Una vez a la
semana durante muchos meses charlábamos, siempre orientando la
conversación para dejarla pensar que ella se podía sanar a sí misma.
Durante todos estos meses no pasó nada.
Entonces un día me llamó y era obvio, por su voz y su entrega, que algo
en ella había cambiado. Me dijo que había tomado algunas decisiones.
Primero, había decidido que nunca más se iba a sentar en su silla de
ruedas. Ella la vendió y su medico la equipó con aparatos ortopédicos que
sostenían sus caderas y piernas. Sus piernas se habían deteriorado por
permanecer demasiados años sentada y estaban muy débiles. Además,
ella necesitaba una andadera para evitar caerse. Pasaron muchos meses
con estas restriccion
Entonces un día sintió que sus piernas se habían fortalecido lo suficiente
y decidió cambiarse a unas muletas normales. Esto empezó a funcionar y
Doris se tornó más segura de que podía curase ella misma.
Sus piernas se hicieron tan fuertes que los aparatos ortopédicos no
fueron ya necesarios y los cambió por unos que mantenían sólo las
coyunturas de sus rodillas en su sitio. Estaba caminando tan bien y se
sentía tan confiada que le pidió a su hijo que dejara su casa para que
pudiera vivir su propia vida. Ahora era capaz de cuidarse a sí misma sin
ninguna ayuda externa.
Entonces llegó el gran día. Doris podía caminar sin las muletas usando
sólo los aparatos ortopédicos. Estaba tan entusiasmada que casi no pude
hablar con ella por teléfono. Unos días después fue al Departamento
Automotriz de California y se las arregló para obtener una licencia de
conducir. Inmediatamente vendió su casa y compró una camioneta
completamente nueva y condujo hasta Taos, Nuevo México, donde yo
estaba viviendo, y asistió a uno de mis talleres de la Flor de la Vida. Ella
llegó al taller sin ayuda y con una sonrisa tan grande que parecía que iba
a elevarse del piso. Era otra mujer.
Nueve meses más tarde yo estaba caminando por la calle en Taos y vi
que Doris venía corriendo hacia mí. Era la primera vez que la veía o que
hablaba con ella desde el taller. Ella había ido a trabajar con Ka trina y
desapareció por un tiempo. Giraba en un círculo para mostrarme que no
tenía ya sus aparatos ortopédicos. Me miró y me dijo: "Drunvalo, estoy
completamente curada, 100 por ciento. Estoy tan feliz. Te amo". Y se fue
danzando. Yo observé cómo saltaba por la calle sin ni siquiera un rastro
que mostrara que había tenido polio y pasado doce años en una silla de
ruedas.
Cada año, desde hace cinco o seis, ella me envía con su gratitud una
tarjeta de Navidad. Pero yo no hice nada; ella se curó a sí misma.
Comprendió el problema y creyó desde el fondo de su corazón que era
posible curase a sí misma, y por supuesto lo hizo.
Recuerden a la dama que sólo tocó la túnica de Jesús para curarse, a
la cual Jesús le dijo: "Hija, ve en paz; tu fe te ha curado".
Lo que tú crees que es verdad es siempre tu límite. Si no crees en
límites, eres libre.

EXTRACTO: EL ANTIGUO SECRETO DE LA FLOR DE LA VIDA VOLUMEN 2

LA FLOR DE LAVIDA

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