La sensación de vacío interno siempre va asociada al miedo, al temor a lo desconocido, que surge cuando el intelecto no puede entender los estímulos que le llegan y el pensamiento genera un mecanismo defensivo basado en esa percepción. Es justamente por esto que los seres humanos se quedan estancados en situaciones que les causan sufrimiento, porque prefieren quedarse con ese padecimiento en vez de dar un paso hacia adelante y adentrarse en algo que no conocen, que no saben qué es, y es que uno de los mayores retos en la vida es precisamente superar los temores a lo desconocido porque a través de los tiempos se han ido enquistando en el tejido consciente una serie concatenada de ideas negativas culturales respecto a ciertos temas sobre los que sencillamente no se acepta nueva información.
El problema de mantenerse en un punto fijo de percepción es que los seres humanos no están abiertos a conocer nuevas propuestas, tienden a la conformidad y la resignación y se encasillan en un mundo con menores oportunidades.
Antes de poder juzgar algo es necesario conocerlo bien a fondo ya que nadie debería dejarse influenciar por los demás por sistema sino escuchar atentamente de forma activa porque para experimentar grandes retos es necesario expandir la consciencia, la propia esencia, y ciertamente antes de opinar sobre algo, es preciso informarse bien, a fin de poder pensar por uno mismo, de forma aséptica y aunque es verdad que la independencia absoluta de pensamiento no existe porque, de una u otra manera, siempre se reciben influencias de otras personas, es preciso actuar con la máxima ecuanimidad y altura de miras porque una de las grandes dificultades de los temores es que no dejan crecer y vivir en plenitud, y tened muy claro que si no aprendéis a afrontar vuestros propios miedos os encontraréis en una situación similar a la de pretender cosechar de un árbol que se riega con agua contaminada; realmente os resultará complicado obtener buenos frutos.
Angel Luis Fernández.
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