El trabajo correcto de un mensajero...
El verdadero mensajero debe tener muy claro que su trabajo consiste en asistir a la formación de seres libres, independientes y responsables de sí mismos y de su entorno. Significa que nunca deberá tornar a las personas dependientes, esclavas y sumisas al conocimiento que recibe y transmite.
El mensajero debe saber y estar consciente de que él fue seleccionado para el trabajo, por tener sus canales limpios y telepatía, cualidades que fueron desarrolladas a través de sus reencarnaciones y no por su “elevada espiritualidad”. Estas cualidades fueron desenvueltas por la apertura mental, inclinación y estudios de temas metafísicos, durante sus reencarnaciones.
El hecho de ser mensajero y colaborar con entidades elevadas no lo exenta de su trabajo personal, individual y humano, que deberá realizar de vida en vida. Él no es un ser elegido ni escogido, simplemente posee ciertas cualidades que lo calificaron para el trabajo.
El mensajero no puede derogarse ni permitirse títulos como: maestro, gurú, guía, mentor, etc. Él debe tener muy claro, que él es un simple instructor y transmisor del conocimiento universal, que fue recibido para el beneficio de la humanidad y no para beneficio de él.
El peligro más grave y preocupante para un mensajero es el ego. Un excelente mensajero es aquel que no se deja guiar por su ego, ni por sus sentidos externos, sino que él por su trabajo interior, de conocimiento, entendimiento y amor, ha superado su ego, realizando su colaboración cósmica guiado por sus sentidos internos.
El conocimiento que el mensajero recibe no le fue dado para enriquecerse pidiendo donaciones, cobranzas o bienes materiales. El conocimiento no es de él, ni para él; es para la humanidad.
Si el mensajero, a través de recibir conocimientos elevados, comienza a percibir cambios en él, donde sus sentidos internos van despertando, él no puede utilizarlos a propio beneficio. Los sentidos especiales muchas veces le son otorgados por el Universo para ayudarlo en la transmisión correcta del conocimiento y para ayudar a sus semejantes, siempre y cuando sea de suma necesidad.
El auténtico mensajero nunca expondrá su conocimiento o los dones que el Universo le otorgó para su trabajo, para hacer de ellos una exposición circense de poder y gloria.
El verdadero mensajero trabajará en sí mismo con humildad y sinceridad, convirtiéndose en un ejemplo de vida y en un representante digno de la Divinidad.
El ejemplo de vida de un genuino mensajero es la única carta de presentación que él tiene ante los demás. A través de ello, ustedes sabrán distinguirlos y recibir de ellos las enseñanzas universales, sin hacer de ellos seres especiales, sin seguirlos, venerarlos o adorarlos.
Un mensajero consciente nunca utilizará el conocimiento recibido para fundar escuelas, instituciones, religiones y creencias. El conocimiento recibido será para todos y este podrá ser transmitido a través de intercambios grupales de trabajo y entendimiento.
Por último, un mensajero nunca desvirtuará el conocimiento recibido, inventando o cambiando las enseñanzas originales. Estas deberán ser dadas exactamente como fueron recibidas, para que la transmisión no se desvirtúe ni se distorsione, aunque algunos no las acepten.
Susan Powell
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