Una persona atenta y sensible es consciente de cómo funcionan las cosas e intenta aumentar esta toma de conciencia. Una persona inteligente y experimentada convierte este conocimiento en normas que debe seguir y, de este modo, se pierde rápidamente. Una persona práctica y ambiciosa oye hablar de la Luz de Dios y se ríe de ella. Si cuando practicamos la toma de conciencia buscamos la aprobación y confirmación de los demás, provocaremos la decepción. Las personas que creen en normas calificarán de irracional nuestra flexibilidad; las personas que creen en el control criticarán nuestra entrega como una rendición. Cuando permanecemos en silencio, las personas habladoras nos llamarán necios; cuando no estamos activos, las personas agresivas nos etiquetarán como débiles. Lo inesperado asusta a todo el mundo. Cuando nuestras acciones no satisfacen las expectativas de los demás o no se ajustan a sus creencias, se sienten amenazados. Su resistencia y oposición es la forma de manejar su miedo. Si no intentamos vencer su resistencia, será más fácil que disminuya por sí misma.
por Juan Ángel Moliterni
No hay comentarios:
Publicar un comentario